16: Visita al gimnasio

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Me encontraba entrenando arduamente, Tiberio se había propuesto darme una rutina rigurosa con tal de hacer más duros y certeros mis golpes. Durante días había estado entrenando por lo que había estado con gran cansancio a la cafetería, a la empresa y a mi hogar; todo era debido a una próxima pelea que iba a tener que me había conseguido el coach. La razón por la que peleaba era por el dinero, tampoco es que me haga falta, pero... Llegará el momento en que mi abuelo ya no me facilitará el dinero y tenía que pensar en un negocio que pudiera poner con mis propios medios. En cada pelea gano un buen monto de dinero, por lo cual eso lo guardo para poner invertirlo en algo, aunque aún no sé en donde hacerlo.

— Otra serie más, uppercut, gancho izquierdo, derecho, recto... Perfecto, muévete, tu ritmo de pies está lento, si te acorrala eso te hará escapar. — Tiberio estaba emocionado por la siguiente pelea, era contra un boxeador profesional que estaba curioso de mi estilo de pelea, de ganarle podría conseguir una gran cantidad de dinero y tal vez... Podría convencer a Daniel de...

— ¡¿Leo no me digas que vinimos...?! — Escuché de repente soltando su nombre sin pensarlo.

— ¿¡Daniel!? — Exclamé sorprendido, viendo como tanto él y Leo estaban debajo del ring, pero en ese momento mis ideas fueron sacudidas por un golpe de tiberio que hizo que cayera a la lona.

— ¡Si serás pendejo! ¡No te distraigas, que va a decir Daniel! — Dijo Leo entre risas, escuché bullicios entre los chicos del gimnasio, necesitaba unos segundos para poder recuperarme; miré de reojo como el chico estaba algo desorientado mirando a todos lados algo asustado abrazando su batón, parecía un cachorrito temeroso.

— ¡¿Dijiste Daniel?! — El coach ni se indignó a checarme si estaba bien, corrió y salto las cuerdas para llegar y quedarse mirando al chico. — ¿Tu eres Daniel? — Me comencé a levantarme adolorido viendo como Tiberio miraba de todos lados a mi chico. — Eres diferente a lo que pensé. — Comentó tomándolo de sus hombros.

— ¿Disculpe? — Preguntó nervioso.

— Coach, dejé a Daniel en paz. — Dije llegando a su lado poniéndome a su lado. Noté que todos estaban atentos a Daniel quien seguía moviendo su cabeza en varias direcciones. — ¡Ustedes! ¡Este es el chico que me gusta! ¡¿Contentos?! ¡Vuelvan a lo que estaban haciendo pinches buitres! — Grité y Leo se me acercó.

— Así que todos saben de la existencia de Dani. Pensé que serías un poco más discreto, Dante. —

— De hecho, de cierta forma fue mi culpa, Leonardo. — Tiberio llamó nuestra atención. — Cuando Dante me contó acerca de Daniel, fue un tanto difícil aterrizar la información por lo que estuve repitiéndome todo por un rato, lo más seguro es que alguien me haya escuchado y comenzó a dispersarse en todo el gimnasio. — Reía algo avergonzado.

— Eso fue muy descuidado de tu parte. — Replicó mi amigo.

— Lo siento. —

— ¿Qué haces aquí Daniel? — Pregunté dejando a un lado el tema de los chismes acerca de mí, que ni me importaban. Puse mis guantes en los hombros del chico que solo bajó su mirada. — ¿Daniel? —

— Yo lo traje. — Leo respondió. — Lo hice pensando que sería divertido que estuviera presente en una de tus mañanas de entrenamiento para darte ánimos. — Miré a Daniel y no té que estaba algo incómodo.

— Oye, si no quieres estar aquí puedes esperar a que me cambie e iremos a desayunar a donde tú quieras. — Dije, pero el chico solo negó con la cabeza.

— No, acaba tu entrenamiento yo puedo esperar. — Una sonrisa se mostró en su rostro, no me convencía del todo, pero iba a hacer lo que me pedía.

La luz de mis ojos (Historia LGBT) (~2Temp ~)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora