45: Los ochos chocolates

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Sin poder darle una respuesta a Darío, Daniel estaba conmigo mientras cerrábamos la cafetería. El trabajo que le había propuesto Darío era de administrador en una nueva cafetería que tenía planeado abrir en conjunto con Maximilian Wells, pero la cafetería iba a estar en california en la ciudad de Napa. Como era de esperarse Daniel no supo responderle a Darío por lo que solo se quedó en una propuesta que estaría abierta hasta una semana antes de abrir el lugar.

Otros días pasaron y fue entonces que Darío me mandó la foto de la memoria destruida donde estaba el diario de Penélope Curts, de cierta forma con eso me quitaba un gran peso de encima. Mientras el día en la cafetería seguía su curso, tuve que salir a hacer unas compras al supermercado, era solo unos ingredientes que necesitaba Tadeo para una de sus invenciones: vinagre de vino tinto, aljonjolí, alga nori, cangrejo... Varías cosas que me daban la idea de que iba a ser algo oriental. No hubo problemas con las compras, pero sentí algunas miradas sobre mí.

Fue entonces que regresé a la cafetería al bajar me topé con un cliente familiar que estaba parado pensativo mientras veía unos chocolates.

— ¿Qué haces aquí Mauricio? — Pregunté y fue entonces que aquel chico me miró asustado sin poder decir alguna palabra. — ¿Son para Damián? — Mauricio era un niño de 18 años quien estaba recibiendo clases en la cafetería para entrar a la universidad y no solo eso al parecer estaba enamorado de Damián quien era su maestro y es nuestro joven mesero, pero había una serie de problemas en todo el asunto: El primero es que Mauricio era el hermano menor de una de las mejores amigas de Damián. Segundo, es que desde hace semanas tanto Tadeo, Gael y yo estábamos con la duda de a que lado tiraba Damián, cosa que estaba sin respuesta. Tercero, Damián parecía tener cierta atracción más a su amiga que al joven chico, y al parecer era el primer amor del pobre Mau.

— Yo, solo es un regaló por ayudarme con mis estudios. — Respondió el chico sonrojado, a lo cual me dio un poco ternura ver porque se notaba que era todo un inocente en el amor, me recordaba un poco a Daniel cuando lo conocí.

— Oye no debes de sentir pena, es un regalo de corazón debes de estar contento de que tienes el valor de darle algo a la persona que te gusta. — Comenté sonriéndole al chico. — Venga, yo te acompañaré hasta donde pueda y te apoyare a lo lejos. —

— Gracias. — Mauricio parecía un poco mas calmado, por lo que ya con bolsas en mano caminé junto al chico mientras no dejaba de ver sus chocolates.

— Le gustarán, son sus favoritos. — Dije sin más para darle un poco de más confianza, dimos la vuelta en la esquina para entrar por la entrada principal y cual fue mi sorpresa al ver a implicado besando a su mejor amiga, la hermana del chico a lado mío. Me quedé un poco congelado de la impresión, pero al volteara ver al chico esté solo dejó caer sus chocolates para salir corriendo. No pude ni llamarlo porque simplemente se había ido. Pensamientos estaban pasando por mi mente, ya que habíamos resuelto la duda de la sexualidad del joven Damián, lamentablemente un corazón había salido roto en el transcurso. Y eso me hizo preguntarme algo que por alguna razón comenzó a invadir mi cabeza como si algo dependiera de la respuesta que obtuviera de dicha pregunta. Era extraño, pero no quería quedarme con este sentimiento de ansiedad que estaba viviendo.

— ¡Dante! — Escuché de repente de Damián, ambos tanto él como aquella chica me estaban viendo sorprendidos, pero yo comencé a sentirme triste por Mauricio, porque después de todo era un chico que estaba viviendo su primer amor. Suspiré y dejé un poco las bolsas para recoger los chocolates que había dejado aquel joven de corazón roto. — Dante puedo explicarlo, lo que pasa es que ella y yo... —

La luz de mis ojos (Historia LGBT) (~2Temp ~)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora