— Enseguida les preparan sus órdenes. — Fue lo que dije mientras pasaba la comanda a Tadeo quien simplemente me miró con sorpresa.
— Oh por dios, ¿Acaso vino con su novio? — Cuestionó.
— Cállate el hocico. — Gruñí mientras miraba con enojo al chef quien solo pegó un chillido para adentrarse en la cocina. — Cabrón. — Susurré con enojo volviendo a la barra con Daniel y compañía. En cuanto volví miré a Noé que estaba haciendo algo extraño, estaba desacomodando cosas de la barra mientras Daniel hablaba, me quedé extrañado de esa acción, más no le di importancia.
— Listo, Tadeo se dará prisa con sus pedidos. —
— Genial, Tadeo cocina como los dioses. Me encantó el emparedado de la otra vez. — Comentó Daniel causando mi sorpresa.
— ¿La otra vez? ¿Cuándo es qué tú...? — Volteé a mirar a Damián quien se volteó enseguida y después miré a Gael quien se ocultó detrás de unas plantas. — Esos idiotas. —
— ¿Acaso no te dijeron que vine hace días? — Comentó sorprendido al igual que yo.
— No, se lo guardaron, pero ya les sacaré la sopa de porque hicieron eso. — Gruñí.
— ¡Fue Leonardo! — Se escuchó desde la cocina.
— Ese enano. — Volví a gruñir con mayor enojo.
Mientras salían las ordenes, comenzamos a platicar los tres de manera tranquila. Noé era un amigo de Daniel quien fue su jefe en su primer empleo después de su llegada a Veracruz, un hombre de buena vibra que parecía preocuparse mucho por Daniel, ambos hicieron una fuerte amistad a tal grado de que comenzaron a vivir juntos, renunciaron a su trabajo para poder iniciar un negocio y proyectos juntos que han dado frutos poco a poco.
De cierta forma, me alegró escuchar que Noé era un simple y muy buen amigo, más eso no me tenía despreocupado al 100%. Ya que realmente no sabía si Noé veía a Daniel como un amigo más, o aun estaba en la búsqueda de ser algo más grande que una simple amistad. Aunque también era doloroso hablar con Daniel de una forma tan tranquila, porque pareciera como si lo que habíamos vivido no hubiera sido nada, como un día de campo o una ida al cine que se olvida de un día a otro. Me hacía daño ver que Daniel simplemente olvidó el amor que sentíamos, o más bien se veía como si lo hubiera superado con mucha facilidad.
— Venia a pagar la cuenta de la mesa 9. — Miré al chico de la mesa que había llegado a atender, sus amigos habían salido y lo dejaron pagando la cuenta.
— Claro, son 630 pesos. —
— Sabes, tengo años viniendo aquí y sin importar que cambien de chef o de personal. Ni el sabor de la comida, ni la atención cambian. El señor Darío, Julián, Leonardo y especialmente tú son los que conservan la esencia del lugar. — Comentó el chico entregándome dos billetes de quinientos cada uno.
— Muchas gracias por las palabras. Aunque, sinceramente yo no creo que sea tan importante para la cafetería. — Respondí con una leve sonrisa.
— Para mi si lo eres. — Me sorprendí un poco de esas palabras. — Este... Y no solo yo, muchas personas creemos lo mismo. La verdad, creo que fuiste tú la razón por la cual me volví un cliente frecuente. — Comenzó a reírse nervioso mientras le entregaba su cambio. — No hagas caso a mis tontas palabras, era un adolescente en ese entonces. —
— No, para nada son tontas. De hecho, me alegra saberlo, me hace sentir que he sido útil para todo esto. Gracias y la próxima vez que vengas, yo invito. — Respondí con una sonrisa haciendo que el chico se sonrojara un poco.
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La luz de mis ojos (Historia LGBT) (~2Temp ~)
Romantik2da. Temporada Próximamente Bernardo Noriega es un hombre que desconoce sus propios sentimientos de manera literal, no sabe mucho acerca de estos ya que desde que tiene memoria solo recuerda sufrimiento, dolor, sangre y muerte, siempre manteniéndose...