Al día siguiente Mireles se encontraba desayunando en la cafetería, todos estaban nerviosos a pesar de que Daniel, Bernardo, Cesar y yo habíamos dicho que no había problema con ese viejo hombre, que era nuestro aliado y que tal vez solo veía a saludar.
— Claro que no vengo a saludar, vengo a hablar de algo serio y deben de saberlo. — Comentó el hombre mientras comía un poco de su omelette. — La comida es muy buena, díganle al chef que tiene mi admiración. — Tanto Daniel y yo levantamos nuestros pulgares con una sonrisa grande en dirección a Tadeo quien asustado comenzó a negar con la cabeza escondiéndose en la cocina. — Dante, a lo que he venido es a decirte que el cartel que tu abuelo creó se volverá a reunir. —
— ¡¿Qué dices?! — Exclamé alterado y con enojo viendo al hombre que con su mano me pidió que me calmara. — Es que aun siguen con esa loca idea, no me volveré el jefe de una organización criminal. — Comenté mirando la preocupación en la cara de Daniel, tomé su mano con fuerza. — Tranquilo, como te dije, no dejaré que sufras más por mi culpa. —
— Tu no serás el jefe... Yo lo seré. — Abrí mis ojos, sorprendido de la noticia. — Después de lo ocurrido en Tuxtla, mucho de los que escaparon llegaron al lugar donde enterré a mi hija. — Daniel comenzó a bajar su cabeza con tristeza. — Muchos pedían tu cabeza, querían planear algo para atacar esta misma cafetería en nombre de tu padre y Anastasia. No podía dejar que hicieran eso, por lo que intervine, y después de hablar mucho con algunos hombres fue que acordamos que yo me volvería el jefe, iniciaríamos con la compra y venta de mercancía para comenzar a levantarnos como lo que éramos antes. Tuve que también comunicarme con varios de los jefes de otros carteles a los que conocía y les pedí su apoyo... A partir de este momento tanto tú como Daniel y toda esta cafetería está bajo mi protección y la de varios carteles. —
— Espera, no puedes... Pensé que tu... — Hablé entrecortado sin entender los motivos de que Mireles tomará el trabajo a pesar de su edad y sus deseos de su vida normal y tranquila.
— Cuando te escuché hablar de las razones por las que querías volver, me di cuenta que tan fuerte era tu deseo de salir de todo esto, tus ojos eran los mismos de tu abuelo, tenían ese anhelo de vivir y alejarse de todo para continuar una vida tranquila. Se lo debo a ese viejo jefe, por eso es que tomé la decisión. Así que ahora pueden vivir tranquilos, porque aquel que quiera hacer algo en contra de ustedes se las verá no solo conmigo, si no con otros 10 jefes más. — Una sonrisa se comenzó a dibujar en mi rostro mientras veía a Daniel quien se quedó con una leve sonrisa. — Además durante el tiempo que esté tendrás que venir algunas veces a donde estemos, esto con la finalidad de juntos encontrar un próximo jefe que continué protegiéndote una vez que yo muera. —
— Lo sé Mireles, muchas gracias por esto que estás haciendo por nosotros. — Respondí de manera tranquila, pero al mismo tiempo muy contento de poder tener este momento de tranquilidad, ya que se me estaba quitando un peso enorme de encima, saber que nadie podía hacerles daño a las personas queridas por mi, en verdad traía tranquilidad a mi corazón. — Pero en ese momento Mireles extendió su mano comenzando a revolver el cabello de Daniel quien se asustó al sentir tal gesto de parte del mayor.
— Tranquilo, sé que debes de estar abrumado por mi presencia, después de todo soy el padre de Anastasia. — Daniel comenzó a bajar la cabeza, comenzó a llorar y su voz quebrada comenzó a tratar de disculparse con Mireles. — No tienes que disculparte, yo no te culpo de lo que pasó. Yo lo iba a hacer de todas formas si seguía con esas ideas nefastas que tenía. — Comentó. — Daniel, no tienes que sentirte culpable, yo mejor que nadie sabe las consecuencias de estar en metido en todo esto. Tu solo defendiste a tu pareja, cualquiera hubiera hecho lo mismo. Calma, pronto pasará el dolor. — El hombre mayor tomó la mano de Daniel, quien enseguida vio la mirada amable de Mireles quien asintió en señal de que sus palabras eran sinceras. No culpaba a Daniel por la muerte de su hija, ni había odio o sentimiento de venganza. A pesar de que mi novio aceptó sus palabras y estaba más tranquilo, noté que aun había algo que lo atormentaba, necesitaba saber que era eso que no lo dejaba tranquilo.
ESTÁS LEYENDO
La luz de mis ojos (Historia LGBT) (~2Temp ~)
Romance2da. Temporada Próximamente Bernardo Noriega es un hombre que desconoce sus propios sentimientos de manera literal, no sabe mucho acerca de estos ya que desde que tiene memoria solo recuerda sufrimiento, dolor, sangre y muerte, siempre manteniéndose...