Cuando conocí a Dante, era un salvaje peleando... Fue una noche en la que en una cantina salí de pleito con unos rancheros borrachos, entre la pelea uno de los tipos acabó por tirarle la cerveza encima a Dante quien furioso entró tambien en la pelea: Patadas, puñetazos e incluso mordidas fue lo que hizo aquel perro salvaje durante la pelea. Se veía a leguas que aquel hombre tenía sed de sangre y tambien que jamás en la vida se había metido en una bronca a puño limpio. Al final la policía acabó por arrestarnos a todos, nos encontrábamos encerrados en una celda cuando el oficial nos hizo hacer una llamada que era nuestro derecho.
— No tengo a nadie a quien llamar. — Comentó el hombre con una mirada sería y sin ninguna emoción en sus palabras.
— Bueno, entonces te quedarás aquí un rato más. — Comentó el oficial y fue entonces que decidí meterme un poco en la situación.
— Ey Beto, Beto, Beetoooo. — Lo llamé en un tonó burlón. — ¡Beto mi guardia favorito! —
— ¿Qué quieres Leonardo? Tan solo te tienes que quedar callado hasta que Darío venga por ti. — Comentó el guardia viéndome con seriedad. — Y no me vas a engañar con eso del guardia favorito, a todos le dices lo mismo. —
— Ay, pero tú eres especial y lo sabes. Ya en serio, tengo que pedirte algo. Si el amigo acá a lado no quiere su llamada ¿Puedo tomarla yo? Necesito llamar a Darío nuevamente. — Dije poniendo una cara de perrito a medio morir entre los barrotes de mi celda.
— ¿Estás de acuerdo con transferirle tu llamada? — Preguntó Beto a el entonces desconocido Dante quien solo asintió sin decir nada. — Tienes un minuto Leonardo. —
— Gracias, bro. — Contesté contento saliendo de la celda, rápidamente llamé a Darío, fue difícil convencerle acerca de pagar la fianza de Dante, sin embargo, pude lograrlo gracias a la intervención del buen esposo, Damián. En cuanto los dos llegaron, a nosotros nos dejaron libres, Dante se puso sorpresivo en el momento en que le dijeron que alguien había pagado su fianza.
— ¿Por qué? — Preguntó curioso, sin dejar de quitarme el ojo encima.
— Mmm, no creo que seas un mal tipo; eres peleonero, pero torpe en la pelea como bambi cuando empieza a caminar. — Comencé a reír.
— Bueno es mi forma de pelear. — Contestó.
— Una muy torpe, era igual que tú. Pero gracias a alguien pude obtener reflejos increíbles. — Dije entre risas mientras salíamos a la zona de escritorios fue allí donde un gran grito me puso alerta y le mostré a Dante lo que era tener habilidades de pelea.
— ¡Chinga tu madre Leonardo! ¿¡Piensas que soy un banco o qué!? — Darío se me lanzó a los golpes, como ya estaba acostumbrado a dichas ráfagas pude esquivarlos con facilidad ya que me había aprendido sus movimientos a la perfección o eso creí. De repente una serie de golpes cercanos entraron en mi cuerpo haciéndome caer del dolor.
— Eso son... ¡¿Cuándo aprendiste a boxear?! — Grité.
— Cuando me di cuenta de que te habías memorizado mi estilo de pelea en karate. — Respondió alterado, pero volteando a ver a mi nuevo amigo. — ¿Y tú quién eres? — Preguntó enojado.
— Me llamó Dante. —
Al poco tiempo me di cuenta de que a Dante no le agradaba Darío por alguna razón, pero también se había interesado en el box, así que ponerlos a entrenar juntos era una mala idea. Sin embargo, recordé a alguien que podría ayudarme y solo necesitaba hacer una llamada.
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La luz de mis ojos (Historia LGBT) (~2Temp ~)
Romansa2da. Temporada Próximamente Bernardo Noriega es un hombre que desconoce sus propios sentimientos de manera literal, no sabe mucho acerca de estos ya que desde que tiene memoria solo recuerda sufrimiento, dolor, sangre y muerte, siempre manteniéndose...