05. Linda Bambi

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Inhalo todo el aire que mis pulmones me permiten, como si acabará de salir de debajo del agua después de mucho tiempo y mis ojos recorren la escena horrorizados

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Inhalo todo el aire que mis pulmones me permiten, como si acabará de salir de debajo del agua después de mucho tiempo y mis ojos recorren la escena horrorizados. El latir desbocado de mi corazón empeora la situación. Era como estar en una pesadilla, una que terminaría matándome. El nudo en mi garganta me quemaba, las lágrimas no apagaban ese sentimiento en mi pecho.

Suelto la navaja como si esta misma me quemara las manos y retrocedo como si mi vida me dependiera de ello.

Está ahí.

Muerta.

Gracias a mí.

Las emociones se mezclan, como si las metieran dentro de una licuadora y me llevó las manos a la cabeza. Sus ojos abiertos miran a alguna parte, perdidos y sin vida. La sangre que sale de su herida no para y comienza a crear un charco a su alrededor. La navaja se mantiene ahí, intacta. Inhalo, exhalo, lo hago tantas veces como puedo y pronto comienzo a hiperventilar.

No, no, no.

¿Que es lo que hice?

Entonces lo siento, siento el líquido tibio en mis manos y en mi rostro, en mi camisa empapada que se pega a mi piel. Me tiemblan las manos a medida que las bajó para ver lo que sucede y entonces pierdo el control y el sollozo que emito hace que me arda la garganta.

La mate.

Una parte de mí me dice que he hecho bien, que ella me estaba atacando y que yo solo me estaba defendiendo. Pero la otra me grita que he hecho mal, que he asesinado a alguien y que no podré reparar esto.

El golpe de unos pasos hace que alce la cabeza hacia la puerta. Mi corazón se salta un latido, luego siento que no puedo respirar y el pánico me aborda. El primer pensamiento que cruza por mi mente es que alguien venga, alguien que pueda también tratar de hacerme daño o alguien que solo quería ayudarme.

Damon entra y se queda de piedra en la puerta, alterna la mirada de la chica a mi y así lo hace un montón de veces. Yo solo lloro en silencio, solo siento el ardor en mi herida y mi sangre que se mezcla con la suya en mis manos.

— Demonios, Bambi – abre la boca y luego sonríe de oreja a oreja.

Lo miró horrorizada, mi ceño se frunce mientras él solo sonríe complacido con la escena. El sonido de sus pasos reverbera por todo el lugar a medida que se acerca al cuerpo de la chica. Me tiemblan las manos y mi cuerpo entero es un manojo de nervios, de pánico.

Se coloca de cunclillas junto a la chica y con sus ojos inspecciona la herida que yo misma le he provocado. Estoy por llevarme las manos a la boca cuando recuerdo que las tengo manchadas y me detengo. Con su dedo presiona la herida, justo junto al filo de la navaja y doy un paso hacia él.

— No hagas eso – balbuceo.

Alza la mirada hasta mi, tan lentamente que me pone los pelos de punto. De la herida de la chica brota más sangre cuando vuelve a presionarla con su dedo.

RESILIENCIA #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora