| E P I L O G O |

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Perdí la noción del tiempo de la noche a la mañana. No sabía cuánto tiempo tenía aquí. La rutina era la misma. Me dejaban ver a Scar dos veces a la semana. Me despertaba, comía, me lamentaba por la muerte de Damon y dejaba que Bittor me hablara de sus planes.

Día tras día trataba de enseñarme lo bueno que es, según él, manejar el negocio familiar.

Hace ochenta años, Mikel Stone, descubrió que el mundo estaba más descabellado de lo que parecía. Habían personas que se deleitaban con el sufrimiento ajeno. Las peleas clandestinas que a veces terminaban mal. El quiso hacer más grande el negocio. Su familia ya era adinerada, compro una isla y ahí fue cuando surgió todo esto.

Mikel consiguió socios dispuestos a financiar su estupidez, adinerados, gente del gobierno e incluso oficiales de la policía y unos años después ya habían personas viniendo a ver como todos se mataban. Dinero fácil. Las apuestas jamás morirían porque las personas son viciosas. Pero por supuesto debían mantener el secreto, paso de generación en generación. De hijo en hijo.

Todos varones, ninguna chica a la cabeza porque según Bittor, eran machistas. Por lo tanto me oculto, porque sabía que mi abuelo no permitirían que una mujer liderará el negocio, por eso pase tanto tiempo en el horfanato hasta que el murió. Somos débiles, según él. Una mujer jamás podría llevar las riendas de tan sombrío negocio ya que su corazón era sencillo de ablandar.

Pasaron de ser pequeñas apuestas por ver a dos personas matarse, a grandes apuestas dónde venían más personas y más personas luchaban por sobrevivir. Todo era avaricia, dinero fácil.

Nada tiene sentido a mi parecer, es ridículo en muchos aspectos.

— Tú no lo entiendes porque eres de mente débil. Pero si vieras las cosas a nuestro modo te darías cuenta que es el mejor negocio de todos – me había dicho Lucien hace unos días mientras Bittor me mostraba las instalaciones.

Ya estaban planeando traer a cincuenta personas más al pueblo, incluso lo habían limpiado y dejado impecable, solo eran cuestión de días para que nuevos jugadores vinieran.

Seleccionaban personas de todos lados del mundo o los mismos socios elegían a quien meter en el juego, ya sean personas que odian o la competencia, así no levantaría tantas sospechas ya que las personas mueren a diario. Se hacían cargo de las muertes. Yo misma lo ví.

Hicieron pasar la muerte de Richelle como un simple robo, alguien quiso robarla, ella puso resistencia y la asesinaron.

Así han hecho con cada persona. Se cayeron de un acantilado, tuvieron un choque. Trabajan en construcciones y por casualidades de la vida algo salió mal.

Tenían una sala gigante para sus invitados, habían sofás, bebidas, una gran pantalla donde se veía el pueblo entero. Según Lucien todos los días, mientras el juego estaba en marcha, sus invitados venían y le ponían precio a la cabeza de algún jugador. Eran apuestas donde la casa siempre ganaba.

Los invitados eran hombres o mujeres con mucho dinero, ellos mismos seleccionaban a su jugador y lo enviaban al pueblo. Yo solita fui quien me metí en el juego pero el resto no lo sabía, solo Los Siete y mi padre. Bittor se encargo de pagar el doble para que nadie me tocará, para que nadie apostará por mi cabeza y se quedó conmigo, él no estaba dispuesto en dejarme morir pero tampoco iba a sacarme.

Pase un infierno y todo por un capricho mío.

También me di cuenta de todo el poder que podía llegar a tener si aceptaba el puesto que Bittor me estaba dando. Bittor era la cabeza de todo esto, era quien daba órdenes, nadie le decía que no, ni siquiera Los Seis.

Los Seis eran los nietos de los socios que Mikel había conseguido hace años. Al igual que nosotros, pasaron de generación en generación y tienen un porcentaje de las ganancias. Por supuesto algunos tratan de tomar el lugar del cabecilla pero jamás lo logran.

RESILIENCIA #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora