03. El ciervo

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— ¿Quieres un poco? – sentí que mi corazón se saldría de mi pecho, cuando el desalmado me acerco un trozo y me incitó a probar a mis semejantes

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— ¿Quieres un poco? – sentí que mi corazón se saldría de mi pecho, cuando el desalmado me acerco un trozo y me incitó a probar a mis semejantes.

Lo miró atónita, se comporta como si nada, como si estuviera comiendo algo muy normal, siento que voy a vomitar en cualquier momento. Entro en pánico, mi pecho sube y baja a medida que la sangre escurre de su boca y sus manos. Lo veo limpiarse el borde de los labios con la lengua y saborear la sangre.

Un cuerpo sin vida.

Un caníbal.

¿Esto es lo que me espera? No, no puedo comer personas. Inhalo. Esto es de locos, es como una mala película de terror y yo continuo repitiendome que debo despertar. Tengo que hacerlo. Exhalo, mi aliento es visible gracias al frío y cuando vuelvo a mirar a Damon un escalofrío me recorre el cuerpo entero.

No, no, no.

Retrocedo. Damon continúa comiendo, como si se tratara de un filete, pasta, o algo así. Muy tranquilo. Muy perturbador. No lo soporto y retrocedo más pasos para alejarme de él lo más que pueda. Lo veo mutilar a Leon, arrancar cuidadosamente con el cuchillo su piel.

Lo asesino y ahora lo está comiendo.

Escucho un grito a unos pasos de mi y giro para mirar a Helene, Sophie está junto ella y la abraza cuando pierde el equilibrio.

— ¡Leon! – vuelve a gritar entre sollozos.

Se suelta del agarre de Sophie cuando está misma pierde las fuerzas. Esta por correr hacia Damon cuando tiro de ella en mi dirección y la rodeo con los brazos, forcejea tratando de llegar a Damon y me giro tirando de ella.

— No lo veas – susurro.

Me doy cuenta de que todos se conocen, la mayoría, y mi pecho duele al pensar que quizás Richelle pudo haber corrido con la misma suerte que yo.

Su cuerpo tiembla entre mis brazos y sus piernas flaquean. Se deja caer en el suelo y yo me arrodilló a su lado. No parpadeo ni hago ningún gesto, solo tomo a la mujer y la abrazo mientras la escucho llamar asesino a Damon.

— ¡¿Que demonios haces?! - Le grita un hombre robusto.

Alterno la mirada entre ambos sin saber muy bien que hacer o decir. Es que no hay mucho que decir ni nada que hacer en una situación como esta, lo único que puedo hacer es mirar y callar. Damon me lo advirtió, él dijo que esto iba a pasar y que todos estábamos obligados a ello quisiéramos o no.

Entre abro la boca, mis brazos alrededor de la mujer le brindan consuelo mientras llora y grita. Damon lo mira y deja de comer, tiene la mandíbula llena de sangre y escurre hacia su cuello. Me entran arcadas de solo mirarlo. Se levanta del suelo limpiando su boca y nos observa inexpresivo.

— Reduciendo el número – Alza el mentón, luego me mira y palidezco -. ¿Quieres un poco, Bambi?

Frunzo el ceño, entre confundida y horrorizada. Primero muerta que tener que comer de alguien. La mujer parece perder fuerza y la suelto para levantarme. Sacudo mis pantalones y lo observó una vez más sin podermelo creer. Aún estoy convencida de que es un sueño y es algo tan estúpido por mi parte ya que es obvio que es real.

RESILIENCIA #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora