23. Oh querido Lucien

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Hace demasiado frío y huele bastante extraño. El sonido de un pip me perfora los oídos, cuando me muevo cada musculo de mi cuerpo duele y me cuesta abrir lo ojos. Se que hay demasiada luz porque a pesar de tener los ojos cerrados la noto.

Tengo los músculos agarrotados por dormir en la misma posición pero cuando trato de moverme no puedo, el dolor es insoportable y no me lo permite.

Entonces reaccionó, la familiaridad de la situación me hace abrir los ojos de par en par y cerrarlos tan rápido como puedo por la luz. No es el mismo olor pero se que la situación se asemeja a cuando todo esto empezó. Vuelvo a abrir los ojos y lo primero que noto es una habitación de paredes blancas, la luz sobre mi cabeza brilla con demasiada intensidad.

Muevo la cabeza, un dolor punzante me recorre el cuerpo cuando me muevo y chillo. Estoy en un hospital, las máquinas a mi lado lo comprueban pero entonces entro en pánico. No hay razón alguna para que yo esté en un hospital a menos que esté muerta. Ahogo un grito, el dolor de mi cabeza se vuelve insoportable.

Me siento como puedo ahogando el chillido que se construye en mi garganta por el dolor. Una punzada me obliga a dejar de moverme, tengo una aguja en el brazo derecho. Hay raspones en mis brazos y una bata me cubre el cuerpo. Me llevo las manos a la cabeza, también hay una venda lo bastante grande para alarmarme.

Entonces todo regresa a mi, como busque a April después de la explosión, su voz llamándome y la fuerza de la explosión empujandome lejos de April.

April.

Me quito la aguja ignorando el dolor que me provoca, estoy por levantarme de la cama cuando alguien carraspea.

— No es bueno para ti que te levantes ahora, Amber.

Miró hacia dónde proviene la voz pero sólo puedo verme a mí misma en el espejo. Estoy llena de vendas y raspones, se que no es un espejo porque es imposible que una voz provenga de ahí pero lo peor no es eso si no la venda que cubre uno de mis ojos.

Salto de la cama quitandome todos los cables que tengo conectados y me acerco al espejo.

— Amber, haz lo que te digo – ordena pero lo ignoro.

Mis dedos tiemblan cuando los acerco al parche de mi ojo, ¿por qué hay un parche? ¿Por qué estoy tan vendada? ¿Por qué estoy aquí? Entro en pánico, me recorre el cuerpo entero y golpeó el espejo con todas mis fuerzas.

— ¡¿Que es todo esto?! – grito.

— Relajate – murmuran.

Vuelvo a golpear el espejo, me acerco a el con la esperanza de poder ver algo pero no lo logro. Grito histérica golpeanlo con todas mis fuerzas pero no parece servir de nada, no se rompe, no pasa nada.

La habitación es alcochada, como aquellas que usan con pacientes que quieren hacerse daño. Busco un silla o cualquier cosa a mi alrededor para romper el espejo pero antes de lograrlo una puerta se abre detrás de mi y dos hombres ingresan vestidos de enfermeros. Tiran de mi, grito y trato de liberarme de su agarre, me retuerzo pero sus manos me sostienen de los brazos y me arrastran de vuelta a la cama.

— ¡Sueltenme! – forcejeo.

No me prestan atención, es como si yo no existiera. Me arrojan sobre la cama, en mi forcejeo logró rasguñar el rostro de uno de ellos en el rostro, gruñe y me mira con rabia pero continuación su labor. Entre los dos logran atarme a la cama con gruesas tiras de cuero. Tiro de ellas y la cama se sacude conmigo.

— ¡¿Quienes son?!

Ambos se alejan de mi con las manos tras su espalda, como robos siguiendo órdenes. De pronto la habitación parece quedarse en silencio a excepción de mi respiración acelerada, bajo la mirada hacia la puerta y lo noto.

RESILIENCIA #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora