34. Risa histérica

16 1 0
                                    

Tengo la sensación de que me estan observando, de que están hablando de mi al mismo tiempo. Aprieto los parpados con fuerza cuando siento el dolor de mi cabeza, parece volverse cada vez peor a medida que voy recuperando la consciencia.

¿Que paso?

¿Donde estoy?

¿Por que huele tan extraño?

¿Por que me duele la cabeza?

Un pitido hace que mis sentidos se pongan alerta y abro los ojos. Una habitación blanca me rodea y la reconozco de inmediato. Todo vuelve a mi, recuerdo a Damon y mi hablando en el porche, la bomba de humo, la pareja que nos perseguía.

La sangre.

El llanto.

Las súplicas.

Salto de la cama e inmediatamente me arrepiento, algo tira de mi brazo devolviendome a mi lugar, algo pincha mi brazo y siento que me rodea las muñecas y los tobillos. Mi pulso se acelera y bajo la mirada.

Estoy atada a la cama, gruesas tiras de cuero alrededor de mis muñecas y tobillos. Se me acelera la respiración y tiro para tratar de soltarme pero es en vano, las correas me lastiman y chillo.

¿Que esta pasando?

En mi mente se repite el nombre de Damon una y otra vez.

Damon.

Damon.

Damon.

¿Donde esta?

¿Esta bien?

La idea de que este muerto hace que me entren ganas de llorar y que mi vista se vuelva borrosa debido a las lagrimas. Se me hace un nudo en la garganta y vuelvo a tirar con más fuerza de las correas. No estoy logrando nada.

— ¡Sueltenme! – grito.

Nadie viene, no logro escuchar nada. Me miro en el espejo gigante que hay en la pared y noto que la venda de mi ojo a sido cambiada y que hay otra alrededor de mi cabeza. No llevo mi ropa sino una bata de hospital y me enerva saber que me han tocado.

— ¡Que me suelten hijos de puta! – vuelvo a gritar –. ¿¡Donde esta Damon!?

No pasa nada, es como si estuviera completamente sola o en una habitación insonorizada. Mi cabeza golpea la almuhada cuando me alzo pero debido a la rabia logro ignorar el dolor.

— ¿¡Donde esta Damon!? ¡Como le haya pasado algo les juro que los mato a todos!

Y eso es suficiente para que entre alguien. La puerta a la izquierda del espejo se abre y entra nada más ni nada menos que Lucien. Quiero levantarme y darle en la cabeza con lo primero que encuentre hasta matarlo.

— Oye, oye, relajate, nadie quiere morir – dice en un tono burlón cerrando la puerta detras de él – ¿Serias capaz de matar a personas con familias?

— Ustedes lo hacen ¿cual es la diferencia? – gruño.

Menea la cabeza y toma una silla que hay a unos metros de mi, se sienta junto a la cama y me observa expectante.

— ¿Donde esta Damon? – vuelvo a preguntar.

Lucíen inclina la cabeza hacia un lado y me recorre con la mirada, siento que me acosa cuando detiene la mirada en mi labios, mi pecho y mis piernas. Quiero cubrirme con una sabana o con las manos pero me es imposible.

— ¿Eres consciente de que estas a mi merced en este momento? – sisea mirandome.

Un escalofrío me recorre el cuerpo y tiro de las correas una vez más con la esperanza de que se desaten por el esfuerzo. Una risa histérica se le escapa y me congelo en mi lugar, no se a que viene la risa pero me detengo. Cruza las piernas y apoya su codo sobre estas mismas antes de rozar el borde de la bata con sus dedos.

RESILIENCIA #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora