01. Nuestro juego

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Despierta

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Despierta.

Abre los ojos.

Reacciona.

Muévete.

Duele.

Es borroso.

No quiero hacerlo.

Respirar duele.

Moverme duele.

Todo duele.

Está no es mi cama, esta no es mi habitación, huele extraño y quiero abrir los ojos. Me muevo sobre la superficie tratando de abrir los ojos. ¿Por qué cuesta tanto? ¿Por qué huele extraño? ¿Por qué me duele todo?

La luz me ciega al abrir lo ojos. Cierro los ojos con fuerza y los abro tan lento como puedo para acostumbrarme a la luz. Esta no es mi habitación, ni mucho menos la de alguno de los que dicen ser mis amigos. Es gris, totalmente gris. La luz del día entra por una ventana, iluminando toda la estancia. Trato de hacer memoria, de recordar que fue lo último que hice anoche pero nada viene a mi más que unos tragos, una fiesta, un chico y Richelle diciendo que debíamos hacernos un tatuaje juntas. ¿Que fue lo paso anoche? ¿Que es este lugar?

Estoy confundida, desorientada, el dolor del cabeza junto con el de mi cuerpo me hacen sentir en agonía pura. Necesito algo para el dolor, una aspirina urgentemente. Me siento mientras un jadeo abandona mis labios, no es normal que las costillas me duelan tanto ¿o si? ¿Que demonios hice anoche y por que me cuesta tanto recordarlo? Es como si, después del trago que bebí, todo se hubiera vuelto oscuro, de a ratos se aclaraba pero eran solo segundos hasta que la oscuridad volviera a absorberme creando esta laguna mental.

Hay una cama al otro extremo de la habitación, pegada a la pared con solo un colchón, una manta y una almuhada bastante horrosa. No reconozco donde estoy. Quizá es una fraternidad, o un departamento bastante descuidado. Busco con la mirada que es lo que huele tan extraño pero no encuentro nada por ninguna parte. Junto a la cama estan mis zapatos. Cada musculo duele, cada movimiento me hace jadear, cada esfuerzo por recordar hace que el dolor de cabeza empeore a tal punto que quiero arrancarmela.

Meto mis pies en los converse, no tengo que atar los cordones así que solo me los colocó y me levanto como puedo. ¿Me lance de una mesa o que demonios? Esto, para nada, es normal. Nunca antes me había pasado y estoy segura de que no me he pasado de copas como para no recordar que pasó.

Abro la puerta de madera que encuentro a unos metros de la otra cama. Tengo que cerrar los ojos debido a la luz, dentro de la habitación no es tan fuerte como fuera de ella. Me hago sombra con la mano en los ojos, logró abrirlo un poco y observó la calle de tierra, cabañas delante mi de donde salen más personas, igual de desorientadas que yo. Frunzo el ceño al mirar gente caminando, perdidas en especio y tiempo mirando a su alrededor.

RESILIENCIA #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora