24. La niña de ojos diferentes

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Abrazo las piernas contra mi cuerpo por tercera vez en lo que va del día, se siente como si las paredes a mi alrededor se cerrarán para asfixiarme. Hace frío y parece que jamás va a subir la temperatura en este lugar por más que me abrace a mi misma.

No tengo ni la menor idea de cuento tiempo llevo aquí, si es de día o es de noche, si siquiera estoy lejos o cerca de Damon. Se me revuelve el estómago al pensar en él, lo mismo que me lleva pasando desde hace tiempo. Miro hacia el espejo, quizás me están mirando, riéndose de mi, sintiendo lástima. Gruñó apartando la mirada. No veo el sentido a tenerme aquí, encerrada siendo vigilada. Hay una cámara en una esquina de la habitación, como si esta fuera una sala de interrogación. Me gustaría más estar en el pueblo que aquí.

Lucien no a vuelto a aparecer además de los enfermeros que entran cada tanto con comida, a cambiar mis vendas y vigilarme. Trate de romper el espejo pero solo logre hacerme daño en los nudillos, lance la cama por la habitación en busca de que hicieran algo, que me sacaran de aquí o me mataran de una vez por todas pero solo logré que me cedaran una vez más. Incluso me gustaba estarlo, soñaba con el bosque y los ciervos, con Damon a mi lado, el calor de sol acariciando mi piel hasta que todo se volvía gris por las nubes y la sangre me rodeaba.

¿Damon estará bien? ¿Que hay del resto de las personas? ¿Me estarán buscando o ya me dieron por muerta? No, Damon no haría eso, no me dejaría morir... Pero ya a pasado algunos días, estoy segura... Es cuestión de tiempo para que se rinda. Cierro los puños con fuerza cuando lo imagino rindiendose en mi búsqueda, una lagrima se desliza por mi mejilla.

La cerradura de la puerta se escucha, es como si tuvieran una especie de candado o cadenas alrededor de ella para que no pueda escapar. Alzó la mirada hacia la chica que entra con una sonrisa de oreja a oreja, su cabello es castaño y cae sobre sus hombros, se le descompone el rostro cuando se da cuenta de que la estoy mirando y sus ojos azules se apartan de mi rápidamente. Lleva una falda de tubo bastante pegada a sus piernas y una camisa azul marino de mangas largas.

Deja sobre el borde de la cama, bastante lejos de mi, una prenda de ropa y un par de botas, me sonrió de medio lado una vez antes de salir sin decir nada o darme una explicación. Frunzo el ceño cuando la puerta se cierra y no tardó en acercarme hacia la ropa para mirarla. Es el mismo jean que Damon dejó para mí y es la misma camisa roja de mangas largas. Un nudo se instala en mi garganta y miro hacia el espejo a la espera de que alguien tras el diga algo pero jamás pasa.

Me doy la vuelta al espejo y miro la cámara ¿quieren que me cambie? ¿Con ellos mirando? Aprieto los labios. No tengo otra opción, si me han traído mi ropa significa que me iré pronto, que todo esto ya acabará. Me quito la bata tan rápido como puedo y tomo los jeans para ponermelos. Entre menos tarde en vestirme no me verán tanto. Tomo la camisa cuando he terminado he ignoro el dolor de mis músculos, es como si un camión me hubiera pasado por encima. Me siento sobre la cama y comienzo a ponerme las botas, no son las mías pero es lo de menos.

La puerta vuelve a abrirse tan pronto he puesto un pie en el suelo con la bota puesta y entran los enfermeros seguidos por un doctor, tiene el cabello blanco y los ojos negros, me sonríe acercándose a mi y no me muevo ni un solo centímetro cuando Él aparece. El mismo hombre de antes, aquel que parece que puede hacerte daño con solo mirarte se detiene en la puerta mirándome.

— ¿Como te sientes hoy, Amber? – me pregunta el doctor, los dos enfermeros se colocan detrás de mí.

— Estoy bien – murmuró de mala gana.

— Soy el doctor Willson – se presenta colocándose unos guantes – vengo a examinar tu ojo.

Trago saliva y lo miró con cautela, mirar las cosas ahora es mucho más difícil, todo parece estar a la mitad hasta que muevo la cabeza. Asiento y me acomodo en el borde de la cama. Imita la acción, asiente y saca una linterna pequeña de su bolsillo, la enciende y mi ojo se cierra por la luz cuando lo apunta con ella. Vuelvo a abrirlo cuando me lo pide.

RESILIENCIA #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora