14. El chico guapo y tú

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Me quedo en silencio un largo rato, o al menos así lo siento yo

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Me quedo en silencio un largo rato, o al menos así lo siento yo. No sé qué demonios es lo que está pasando o si debo creerles realmente que saben quién soy. Nada de esto tiene sentido ¿por qué decirle a alguien que tienes secuestrado su verdadera identidad?

Las personas delante de mí mueven los brazos y la boca para que les responda pero yo solo puedo mirar un punto vacío en la carretera ¿debería de ir? ¿Que tan cierto es lo que me esta diciendo? Damon dijo que no podíamos confiar en nadie, ni en nuestra propia sombra y con el tiempo que llevó aquí me he dado cuenta que tiene razón. Los Siete son mucho peores a nosotros.

— Amber.

La voz de Richelle es como un susurro suplicante y alzó la mirada hasta ella, todos esperan a que les diga algo pero ¿que puedo decirles? ¿La verdad de lo que me dijo aquel hombre? Un montón de escenarios en los que me siguen y terminan muertos por mi culpa se cruzan por mi cabeza y a pesar de que no a pasado siento ganas de vomitar.

¿Que demonios es lo que quieren?

— No funciono – empiezo a decir y todos se quedan en silencio – fue uno de ellos quien contestó.

Gritos ahogados y quejas son lo único que logro escuchar. Damon me mira desde su lugar como si supiera que le estoy ocultando algo y quisiera averiguarlo mirando a través de mis ojos.

O tal vez soy solo yo y mi paranoia.

Apartó la mirada hacia Richelle que una vez más se convierte en un mar de lágrimas. No hay nada que hacer para cambiar esto, ya me resigne a llorar y pedir un milagro del cielo para poder salir de aquí. La única opción que tenemos todos es sobrevivir a como de lugar.

— ¿Cómo es posible? ¡Era su número! – grita histérica – ¿¡Le han hecho algo!?

Entiendo su conmoción, llamamos a alguien a quien ella creía que respondería, a un amigo, y terminó respondiendo quien menos esperábamos. Las personas a mi alrededor me hacen mil preguntas pero yo solo me limito a dejar el celular a un lado y guardar silencio.

No hay nada que decir, no funcionó. Eso de que la esperanza es lo último que se pierde ya empiezo a creer que estoy en la última etapa. Me levanto del suelo dispuesta a irme a la cabaña cuando alguien me toma del brazo y a penas logró reaccionar.

— ¿Que te dijo? – gruñe cerca de mí rostro.

Es un hombre, un hombre mucho más alto que yo e incluso mas fornido, da miedo de solo verlo. Sus ojos verdes me miran con rabia y me intimida con demasiada facilidad. Trago saliva, sus ojos me recorren el rostro y al mismo tiempo me fulminan.

Estoy hecha un manojo de nervios, tengo mil preguntas en la cabeza y esto solo empeora las cosa.

Y es ahí cuando por primera vez lo oigo. Ese sonido ensordecedor, el de una motosierra que empieza a subir el volumen poco a poco hasta hacerse fuerte, hasta dejarme sumergida en el sin poder oír nada a mi alrededor.

RESILIENCIA #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora