Capítulo 2

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Miriam

- ¿Sustituta?-pregunté frunciendo el ceño.- ¿Qué le pasó a Marta?-pregunté nerviosa.

- Pues la verdad es que no lo sé, pero creo haber escuchado algo relacionado con la espalda cuando llegué.-explicó encogiendo sus hombros, indicando que poca información más tenía.

- Vaya...-dije y me quedé pensativa.- Bueno, perdona, soy Miriam, la docente de atención a la diversidad.-dije con una sonrisa.

- ¿Miriam? Así que una tocaya, interesante.-comentó en un tono más relajado y distendido.

Dejó sobre la mesa el boli que sostenía su mano derecha, dejando a un segundo plano los documentos que repasaba antes de que entrara en el aula para centrar su atención en mí. Se sentó de tal forma que quedó frente a mí. Decidí sentarme en uno de los pupitres más cercanos, ya que intuía que la conversa se alargaría un poco.

- Anda que somos pocas...-dije acompañado de una pequeña carcajada.-Y encima juntas, verás el lío que tendrán los niños.-añadí más relajada.

- Pero me huele a mí que tú no eres de por aquí.-dijo Mimi con una mirada atrapante y una sonrisa ladeada.- ¿de dónde viene mi tocaya?-preguntó en un tono meloso.

Inspiré. De dónde venía. Tragué saliva. Aquella pregunta tenía muchas respuestas posibles, pero no iba a entretenerme a entrar en detalles o a abrirme en canal ante una desconocida. 

- De Galicia.-pronuncie apartando fugazmente la mirada.- ¿y tú?-pregunté tratando de disimular.

- De Huétor Tajar, Granada.-respondió sonriente.

-¿Y qué hace una granadina en un pueblo de Madrid?-pregunté tratando de desviar mi atención de Galicia.

- Bueno, eso mismo podría preguntarte yo a ti.-respondió con una sonrisa.- Pero empezaré yo, vine aquí porque terminé la carrera en Granada  y sentía que necesitaba un cambio en mi vida, ¿y qué mejor que la capital? y pues aquí estudié el máster para directora mientras trabajaba y aquí estoy.-explicó con simpleza elevando una ceja al terminar su explicación.- ¿y tú?-preguntó devolviéndome la pelota.

En mi cabeza aparecían flashes del momento en que decidí irme a Madrid, los motivos que me arrojaron a tomar aquella decisión, las despedidas y el AVE dirección Madrid.

- Yo... Me vine porque también necesitaba un cambio en mi vida.-dije escuetamente.

Se formó un ligero silencio, cierta incomodidad incluso. Pero duró poco.

- Mimi, ¿puedes por favor venir a mi despacho un segundito?-preguntó Ana irrumpiendo en la clase.

Agradecí la aparición de Ana. Abrió la puerta de par en par y con una mano se apoyó ligeramente en el marco de la puerta. Apenas me miró, su mirada estaba fijada en Mimi, su actitud distaba mucho de la Ana que había percibido en los últimos días. Parecía lejos de esa Ana altiva, distante y fría. Su mirada era dulce, el tono amable y una sonrisa que sí parecía sincera, ¿Qué le había picado a esa mujer aquella mañana?

- Y tanto, ¿pasa algo serio?-preguntó desconcertada Mimi levantándose de la silla.

- No, tranquila, son cuatro cosas tontas que tengo que comentarte.-respondió Ana con una amplísima sonrisa.

- Ah vale, qué susto.-dijo Mimi levantándose con cierto alivio.- Ahora vuelvo y terminamos de hablar algunas cosas que he leído en los documentos, ¿vale?-dijo esta vez dirigiéndose a mí con una tímida sonrisa.

Al sonreír se le formaban unos pequeños hoyuelos en la comisura de sus labios y sus ojos verdes se achinaban de un modo muy enternecedor.

Aparté rápidamente la mirada de ella cuando me di cuenta del análisis que estaba haciendo de sus facciones. Ya era la segunda vez que me pasaba aquello, ¿Qué carallo te pasa, Miriam? me pregunté a mí misma. 

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