Capítulo 23

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Mimi

Miriam no dejaba de llorar, tenía el llanto instalado en el pecho. No dudé ni dos segundos en abrazarla. Encontró refugio en el hueco entre mi hombro y mi cuello, allí enterró su rostro. Yo me limitaba a acariciarle la espalda sin dejar de envolverla con mis brazos.

- Me tengo que ir.-dijo de pronto entre sollozos y con la voz completamente rota.

Acto seguido, trató de zafarse del abrazo. Fruncí el ceño.

- Miriam, en este estado no vas a ir a ninguna parte.-dije agarrando su brazo derecho.- Estás temblando. No pienso dejar que cojas el coche así.-añadí clavando mi mirada en sus pupilas.

- Mimi, me tengo que ir, déjame.-insistió entre lágrimas deshaciéndose de mi agarre.

Se acercó a la puerta del piloto de su coche. Le alcancé y me apoyé en la puerta, impidiéndole el paso.

- Mimi.-dijo y resopló, cruzó los brazos bajo su pecho con frustración.

- Miriam.-dije imitando su tono.

Apretó la mandíbula con fuerza, se secó con el brazo las lágrimas que seguían recorriendo su cara. Seguía agitada y temblorosa, seguía con ansiedad, aunque se seguía resistiendo a abrirse. Luchaba contra ella misma. Luchaba contra sus cicatrices.

- Déjame ayudarte.-dije en un tono más conciliador.- No puedes conducir así.-añadí.

Miriam

- ¿Quieres ayudarme?-pregunté en un tono algo desafiante.- Pues llama a Noe y dile que prepare las cosas cagando leches, que tenemos que subir a Galicia pero ya, mi abuela está en la UCI, le acaba de dar un ictus.-añadí con la mirada nublada por las lágrimas.

Verbalizarlo dolió. Volví a romper a llorar. Aparté la mirada de Mimi y me llevé la mano derecha a los ojos, tratando de ocultar mi dolor. Notaba como una incipiente presión en el pecho incrementaba a medida que pasaban los segundos. A esa presión se le sumó rápidamente la amarga sensación de la dificultad para respirar.

Llevé mis manos a la cintura y me doblé ligeramente tratando de captar más aire. Sin éxito. Aquello no pasó inadvertido a los ojos de Mimi. Rápidamente se puso frente a mí en cuclillas.

- Tranquila, respira conmigo, ¿Sí?-dijo cogiendo una de mis manos.

La posó sobre su pecho a la vez que ella posaba una sobre el mío. Asentí mientras seguía derramando lágrimas. Me agaché, deslizando mi espalda por el coche que tenía detrás, colocándome a su altura.

- Inspira.-dijo cogiendo aire.- Aguántalo.-dijo haciendo una pausa.- Y ahora suéltalo poco a poco.

Yo me limitaba a imitarle con cierta torpeza y dificultad.

- Lo estás haciendo genial.-me animaba una sonrisa a medida que iba alargando los segundos de pausa entre inhalación y exhalación.

Trataba de respirar aceptando su ayuda, pero no era sencillo. Dejarme ayudar no era mi fuerte. No sé cuántas series hicimos, pero tras algún que otro parón, logramos reconducir mi respiración. Estaba más calmada, pero seguía con esa punzada instalada en el costado. Seguía herida de bala. Aquella llamada había sido un disparo a quemarropa, un baño de realidad. El tiempo pasa y no vuelve, desaprovecharlo es el mayor error posible.

Una vez me recompuse mínimamente, llamé a Noe para explicarle la situación. Ella era parte de la familia y merecía estar en ese momento. Debía estar. Y para ser honestos, no podía hacer ese viaje con alguien que no fuera ella.

Mimi

- Me voy.-dijo Miriam cabizbaja acercándose a mí.

Estiré mis brazos y entrelacé sus manos con las mías. Acaricié con los pulgares el dorso de sus manos, provocando que nuestras miradas conectasen.

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