Capítulo 8

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17 de setiembre de 2021, 20:55, Madrid

Miriam

- ¡BERNARDA, QUE VEO A DIOS!-dijo Noe desde el sofá haciendo honor a su exageración innata. 

- Ay chica, ni que fuera para tanto, solo me arreglé un poquito.-dije divertida.

- ¿¡QUÉ NO ES PA TANTO?!-preguntó haciéndose la enfadada.- La madre que me parió, ¿tú de la vista fatal, verdad?-añadió haciendo aspavientos.

Reí ante aquella actitud de mi amiga. 

- Chica que solo llevo un vestido negro y una chupa.-dije mirándome.

- Miriam Rodríguez Gallego, paso de ti, de verdad te lo digo, pero lleva contigo un desfibrilador porque me sé de una a la que le va a dar un parracazo.-respondió alzando el dedo índice.

Rodé los ojos y exhalé.

- Lo tenía que decir.-dije riendo.- Ya tardaba ella en sacarlo, chica que solo conectamos y nos llevamos bien, no te montes pelis.-dije girándome hacia la habitación para ir a buscar el bolso negro que había decidido llevar.

- Solo conectamos y nos llevamos bien dice la penca.-dijo por lo bajo.- UNA COSITA TE DIRÉ, MIRIAM RODRÍGUEZ GALLEGO, A MÍ NO ME ENGAÑAS QUE YO ESTAS COSAS LAS HUELO Y MI INTUICIÓN, MI OLFATO, NUNCA ME FALLA COMO DIRÍA MARÍA PATIÑO.-dijo elevando la voz desde el sofá.

No pude evitar reír a carcajadas. Cuando la comedia se apoderaba del cuerpo de Noe era verdaderamente imparable. Aunque por mucho que riera y lo negara constantemente, algo me pasaba con la granadina. Era innegable. Incluso para mí. Incluso para mi muralla, cada vez con más grietas.

Cogí el bolso, metí el teléfono y la cartera dentro y me lo colgué al hombro. Salí de la habitación bajo la atenta mirada de mi amiga, que seguía sentada en el sofá con una expresión alegre.

- ¿Vas a esperarme ahí toda la noche hasta que llegue cuál madre?-pregunté bromeando y desviando el tema.

- Por supuesto, cuando llegues quiero conocer los detalles de esa cena tan prometedora.-afirmó haciendo un ademán con el hombro.

- Eres... incansable, al final te cansarás de remar en un barco sin tripulación.-dije apoyándome en el marco de la puerta del comedor.

- ¿Un barco sin tripulación? ¿Perdona?-dijo alzando las cejas y fingiendo asombro.- ¿Te recuerdo esa alegría con la que viniste el martes? ¿Lo empanada que te has quedao' toda la esta semana con el telefononito cuando nunca estás con él más de 5 minutos seguidos?-dijo con una risa más que burlona.

- Bueno, yo me voy yendo.-dije escaqueándome.

Me fui hacia el recibidor, cogí las llaves del piso y los auriculares.

- SÍ, SÍ, HUYE DE MÍ, PERO NO PUEDES HUIR DE LA VERDAD, MIRIAM RODRÍGUEZ.-gritó corriendo hasta el marco de la puerta del comedor que conectaba con el pasillo.

- Nos vemos luego.-respondí con una sonrisa abriendo la puerta.

- Estás muy guapa así de feliz.-dijo con una amplia sonrisa llena de felicidad.

La felicidad de quien ve despegar un poco a un ave que durante muchísimo tiempo había estado en un estado emocional casi vegetal.

Le sonreí de vuelta con el agradecimiento instalado en el rostro. Sabía que su alegría era de corazón, era verdad y honestidad. Así era ella, mi compañera, mi fiel escudera, la persona que se alegraba de mis logros como si suyos fueran. Sin duda alguna, gané el mismo día en que nuestros caminos se cruzaron.

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