Capítulo 15

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6 de octubre de 2021, Madrid, Colegio La Cabaña, 11:01 a.m.

Miriam

Suspiré cuando Mimi abandonó el aula. Me quedé desconcertada. No entendía qué había sido aquella reacción. A mí tampoco me daba buena espina Mónica pero, ¿acaso debía negarme a dirigirle la palabra en un tono cordial? Pese a todo, éramos compañeras y estábamos en un colegio. No podía comportarme de aquel modo, no sin saber qué había detrás. 

Salí del aula y nada más cerrar la puerta, escuché unos pasos aproximarse a mí.

- Miriam, qué casualidad, ahora mismo pensaba en ti.-dijo Mónica aproximándose a mí.

Otra vez ella. Parecía que me siguiera. Después de la situación tan extraña que se había generado con Mimi me apetecía entre cero y nada establecer conversación nadie y menos con ella.

- Ah, qué bien.-dije sin entusiasmo alguno.- Tengo patio y prisa.-informé retomando mi paso.

- Ah bueno, te acompaño y te voy contando.-respondió ignorando mi actitud huidiza.

Rodé los ojos. No parecía cansarse. Me aproximé a la escalera y ella a toda prisa trataba de alcanzar mi ritmo que pretendía ser acelerado para evitar una conversación demasiado larga.

- Verás es que llegará una niña nueva a sexto, a mi sexto y el colegio no tiene mucha idea de cómo hacer una buena acogida y han pensado en que tú hagas el asesoramiento. Bueno, tú y yo, por ser ambas de diversidad.-informó.

- ¿Y esto por qué no me comunica dirección?-pregunté mientras pelaba mi mandarina.

- B-Bueno, supongo que ahora Alba o Ana te lo comunicarán, es solo que yo acabo de hablar ahora con ellas y al salir, te he visto y he creído que debía comentártelo.-dijo tratando de excusarse.

Tiré la pela de la mandarina en la basura cercana a la puerta que comunicaba con el patio, abrí la puerta y salí. Ella tras de mí.

- Perfecto, bueno, ahora hablaré con ellas. Cuando hable con ellas y tenga más información ya os reenviaré los documentos que crea que pueden sernos más útiles.-resolví tratando de no sonar del todo ruda.

No quería tampoco pagar mis mierdas con ella, que al fin y al cabo, aquella vez sí venía por algo importante. 

Ella asintió, aunque no se marchó. Yo barrí con la mirada el patio y encontré a Mimi a pocos metros de mí. Al lado de la zona de la pista de baloncesto. Aunque ella mantenía la mirada fija en los niños, aunque eso sí, su mandíbula estaba tensada y el ceño parecía tenerlo fruncido. Seguía molesta.

- ¿Estás bien?-preguntó Mónica sacándome de mi embelesamiento.

- Sí, sí. Gracias por avisar, voy a echarle un ojo a un grupo de la zona de la pista que creo que hay conflicto.-mentí para alejarme.

- ¿Conflicto? Yo solo veo que juegan tranquilamente.-dijo asomándose para tener una mejor visión de la pista.

- Bueno, es que ahora me parece que se han marchado, voy a comprobar a ver.-dije moviéndome.

- No hace falta que pongas excusas, ve a hablar con ella, tranquila.-dijo con seriedad.- Aunque no creo que esté de muy buen humor.

- Ya, lo sé.-respondí sin apartar mi mirada de la granadina.

- Entonces igual no sé si es buena idea ir a hablar con ella, por experiencia lo digo.-dijo con cierta inquina.

Analicé la postura de la granadina, que de reojo observaba el panorama desde la distancia. Su rostro continuaba reflejando enfado. Vernos hablar a Mónica y a mí no apaciguaba aquella emoción, y yo empezaba a necesitar explicaciones que hasta el momento no había querido reclamar.

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