Capítulo 33

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Mimi

El día se oscureció en aquel momento, en aquel vaivén de información que sacudió mi mente de forma brutal. Aquel revés me pilló a pie cambiado. Mi respiración pasó de cero a cien en cuestión de segundos, igual que la velocidad de mi sístole y diástole. El día oscureció a los pocos minutos de amanecer.  

Después de toda la adrenalina del enfado, después de aquella cascada de rabia y orgullo, vino la angustia. Ana y Marcos. Marcos y Ana. Y Mónica, siempre Mónica. Laura, Lara y Miriam. El diario. Aquel maldito diario de ultraderechistas. La oleada que se nos venía encima, era demasiado abrumadora; era un puto tsunami.

-Mimi, ¿Qué ha pasado? -escuchaba lejos.

Tenía los ojos cerrados y la boca seca, trataba de engullir la noticia, de surfear la oleada. Pero en ayunas, ¿Quién puede surfear nada? Abrí los ojos con dificultad, puesto que una fina capa de lágrimas de rabia nublaban mi vista. Ahí estaba ella, frente a mí, mucho más cerca de lo que estaba cuando cerré los ojos. Una de sus suaves manos acariciaba mi mejilla derecha con un tacto aterciopelado.

-Marcos ha usado un diario ultraderechista para difamarnos y ponernos en el ojo del huracán -anuncié con las manos ligeramente temblorosas. Como pude, saqué el teléfono de mi bolsillo trasero para enseñarle la noticia.

Su sien se frunció multiplicando por cien los interrogantes que navegaban por su mente. Pero fue a peor cuando leyó el titular. 

-Léela toda -sugerí cediéndole mi teléfono, queriendo alejarme de aquel puñado de letras asfixiantes.

No iba a bajar los brazos. No lo iba a hacer. Pero no podía hacer como si aquello no me doliera. No podía fingir salir ilesa de un artículo que era un disparo a meses de trabajo y dedicación, que ponía en duda un propósito noble y buscaba tergiversar nuestras intenciones en pro de sacar a debate público algo incuestionable: la grandeza de la inclusión. 

Aquella noticia hablaba más de él que de nosotras, pero aún siendo consciente de ello, me jodía.

Se quedó muda, las palabras, como a mí, se le atascaron en la garganta, como si la rabia las sostuviera con fuerza desde las entrañas tratando de evitar su liberación. Su rostro era una mezcla de emociones en que los tonos de frustración predominaban sobre el resto.

-Ana ha venido hecha una fiera, va a llamar a inspección. Aunque no creo que haga falta, ya tenemos la puerta llena de periodistas y no pararán hasta que algún politicucho de ocho al cuarto se pronuncie, buscan atención -suspiré negando, intentando asimilar aquello.

-Sabe que en lo judicial, lo tiene todo perdido y ha ido a incendiarlo todo antes de Navidad -murmuró Miriam aún en estado de shock.

No era fácil de asimilar que a dos días de cerrar el primer trimestre, nos pusieran contra las cuerdas de aquel modo. La exposición era total y aunque nuestros nombres e iniciales no figuraban en el artículo, todas las miradas estaban posadas sobre nosotras. 

-Saldremos de esta -dije mientras recortaba aún más la distancia entre ambas. No podíamos caer, no podíamos soltarle la mano a la esperanza porque de hacerlo, aquel sí que sería nuestro final profesional. Ellos ganarían y nuestro esfuerzo no merecía una vil derrota.

Me miró con temor. Apretó los labios y asintió. Pegó su frente a la mía y clavó su mirada en mis pupilas.

-Estamos juntas en esto -dijo como si aquellas palabras fueran nuestro amuleto de la suerte. Como si diciendo aquellas palabras, la suerte fuera a ponerse de nuestro lado.

Pero necesitaba esperanza y fe ciega en algo para no venirme abajo, así que repetí nuestro mantra aferrándome a él con uñas y dientes.

El silencio se hizo con el colegio. Había quien callaba por miedo a represalias, otras como reproche y otras por no saber bien qué decir. Nosotras nos encontrábamos en ese último grupo. Fue un día raro de narices. Nadie se acercaba a nosotras, excepto Rocío. Aunque eso sí, casi a escondidas. El miedo había apresado al claustro, incluso a Ana aunque intentara teñirlo de rabia y enfado. En el fondo, estaba tan acojonada como nosotras. Incluso más porque si la prensa se decidía a rebuscar, tal vez su posición peligraba.

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