Capítulo 24

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Mimi

El fin de semana se me estaba haciendo más largo de lo esperado. Era la primera vez en mucho tiempo que el piso estaba vacío. Ricky llevaba una semana en Los Ángeles y Lara había vuelto a Londres. Además, la marcha de Miriam a Galicia me dejó intranquila.

Eran las seis de la tarde de un descafeinado sábado. Estaba sentada en la silla del comedor, frente al portátil intentando darle forma al proyecto de dirección. Había dejado algo aparcado ese documento dados los acontecimientos de las últimas semanas. Pero justo por los últimos acontecimientos, tomaba especial importancia la redacción de ese documento con las implicaciones que eso tenía. 

Suspiré. La que teníamos encima no era poca cosa, y eso era lo que peor llevaba, que esa vez era plural y a quien incluía en ese plural.

Miriam orbitaba por mi mente como la luna alrededor de la Tierra, ¿En qué punto estábamos? En apenas unos meses habían pasado tantas cosas, habían cambiado las tornas del juego, ¿Y yo? ¿Qué sentía? ¿En qué punto me encontraba? Estaba claro que la gallega había triturado mi propósito de reconvertirme en una femme fatale. No la veía cómo una relación pasajera, nunca había podido verla así. Ella era ese tipo de personas que entran en tu vida y con solo una mirada, sabes que va a tatuar su nombre en lo más hondo de tu ser. 

Me había dejado llevar, pero ¿hasta dónde?

Miriam

- ¿Cómo estás?-preguntó Efrén acariciando mis mejillas con los pulgares.

- Bien.-dije ensamblando una sonrisa del todo nerviosa.- ¿Estás seguro que esto es conveniente?-pregunté mirando la puerta con inquietud.

Movía los anillos entre mis dedos nerviosa. Habían pasado cinco años desde el último abrazo con ella y era consciente de la cantidad de cosas que me había perdido. 

- Sí, está todo bien, de verdad, he hablado con la enfermera y los médicos y me han dado el visto bueno, han estado toda la mañana haciéndole pruebas y está perfecta.-respondió Efrén con sosiego.- Mickey, es Sariña, é a nosa avoa, no tengas miedo.-añadió sonriente.

Asentí y me abrazó.

- Gracias, Ef.-dije en mitad del abrazo.

- Somos un equipo, Mickey, ya lo sabes.-respondió dejando un beso sobre mi melena.

Nos separamos y fui directa a la puerta de la habitación. Después de las pruebas y haber pasado 24h en observación, ya no se encontraba en una sala de UCI, sino que la habían trasladado a planta. Empujé la puerta con los nervios a flor de piel. Di un par de pasos y nuestras miradas se cruzaron. 

- Miriam.-dijo mi abuela sorprendida, acto seguido se le saltaron las lágrimas.

- Avoa.-dije emocionada acercándome a ella.

Nos fundimos en un cálido abrazo. Volví a sentirme en casa. Entonces sí, lloré y la herida se cerró. Perdí la noción del tiempo entre los brazos de mi abuela. Estuvimos toda la tarde hablando. 

Cuando iba a irme, mi teléfono, que estaba encima de la mesa de la cama, vibró y la pantalla se iluminó.

Mimi: ¿Cómo sigues, rubia? ¿Has descansado algo? 

Obviamente, aquel mensaje no pasó desapercibido a la vista de Sariña. Menuda una era Sariña. Me miró con la sonrisa ladeada.

- Es una compañera de trabajo, avoa.-dije tratando de esquivar su mirada perspicaz.

- Ya... Una compañera.-dijo sin creerse ni un poco mi justificación y una pequeña risita.- Miña ruliña, mereces ser feliz otra vez. No le tengas miedo a vivir, el pasado es eso, pasado, no dejes que sea presente y futuro.-añadió con ternura acariciando mi muslo izquierdo.

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