Capítulo 16.

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Capítulo editado.

~•~•~•~

El momento en que vi cómo los colmillos de mi hermano mayor se clavaban en la piel de Marcos, mi pecho se encogió y corrí hacia ellos desesperada porque parasen. Ambos lobos tenían sus hocicos manchados de sangre, no pasaba ni un escaso segundo que se acababan de morder, cuando ya estaban mordiendo otra zona. Se removieron con violencia, dando vueltas y destrozando todo lo que les rodeaba. Al oír el primer gemido que Marcos expulsó, mi mente reaccionó, sintiendo rabia por cómo estaba actuando Hugo. Sin saber nada, sin escuchar, ni razonar; se estaba comportando como una bestia, cuando era él el primero en intentar erradicar esa imagen de nosotros, los licántropos.

Con el costado de mi cuerpo, empujé a Marcos, poniéndome yo en su lugar y lanzándome a mi hermano. Tenía que reconocerme, él no me haría daño.

Mordí su entreabierto hocico, ese que estaba a punto de herirme, y se lo cerré con mis dientes, haciendo que se retorciera de dolor, queriendo que le soltase. Sus ojos amarillentos hasta aquél entonces, se cerraron con fuerza, mientras gruñía encima de mí.

"Soy Dani, hermano. Soy yo..."

Entonces, su gruñido cesó, sin cambiar su postura, como si estuviera luchando consigo mismo, y cuando abrió los ojos, los volvía a tener azules; me observaron confusos, como si no creyera que realmente fuera yo. Abrí mi boca y solté su hocico, pues estaba causándole herida y no me gustaba; pero tenía que detenerlo de alguna forma. Cuando por fin su mirada se apaciguó completamente, mis ojos se llenaron de lágrimas de emoción. Lamí la herida que causé en su negro hocico, limpié la sangre de él y parte de Marcos, todo gimoteando de forma débil. La mitad de su enorme cuerpo, se tumbó sobre el mío mientras hundía su cabeza en mi cuello, sus músculos temblaban, y sus patas delanteras apretaban tanto mis costados, que comenzaba a clavarme sus garras, pero no le alejé de mí. Pasados unos minutos nuestras pulsaciones se estabilizaron y nos separamos lentamente para levantarnos.

"No vuelvas a actuar de forma inconsciente, jamás." Le dije en forma de regaño, pero no con dureza.

Sus siempre firmes orejas, decayeron hacia atrás, dejando caer también su cuello hacia abajo, con consecuencia de que se viera más bajo y sumiso de lo que pocas veces se mostraba.

"Perdóname. Pero ese extraño estaba demasiado cerca." Murmuró bajo, en mi mente.

Suspiré ladeando la cabeza, y miré a Marcos, el cual estaba tumbado sobre la orilla del lago, mojando sus heridas para aliviar el dolor.

"Él es mi amigo, y el licántropo al que defendiste." Su ceño se frunció y miró al chico, examinándolo detenidamente. Mientras él lo miraba, yo aproveché para mirar su cuerpo, parecía que las heridas que le hicieron ingresar en el Hospital ya estaba curadas del todo. Suavicé mi gesto, más tranquila al ver que se encontraba bien. Entonces me acerqué a Marcos ante la atenta mirada de Hugo, y miré las heridas que mi hermano le hizo. Se las lamí con cuidado, mientras él soltaba pequeños gemidos con muecas de dolor.

La saliva del licántropo era curativa, y aunque nuestra regeneración era veloz, le sanaba de infecciones. Obviamente, era más efectiva si se utilizaba con otros seres distintos a nosotros, aquellos que no tenían la capacidad de regeneración tan avanzada como la nuestra.

"Será mejor que volvamos a la casa de Tudol, tenemos que curarte. De nuevo." Le digo.

Marcos asintió, de acuerdo. Pero oí un gruñido a mi espalda, que hizo que mirara tras de mí, a mi hermano, quien mantenía su ceño fruncido. "Tienes que venir conmigo a casa, Daniela."

"No sé si voy a querer ir al lugar en donde están papá y mamá." Murmuré, entre decaída y rabiosa.

Hugo suspiró, suavizando su mirada. "Entonces, iré contigo. Además, deberás explicar por qué el cachorro desamparado puede oírnos." Gruñó con molestia en lo último.

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