Capítulo 11.

4K 272 19
                                    

Foto multimedia de Tudol.

Capítulo editado.

~•~•~•~

Los primeros e intensos rayos del Sol, se adentraron por entre la oscura habitación, iluminando más minuto tras minuto, cada uno de sus rincones.

Apreté los ojos ante la luz, soltando un perezoso gruñido de insatisfacción. Aún quería seguir durmiendo. Hice el intento de dar media vuelta, para así ocultar mi rostro de la claridad del Sol, pero algo estaba aprisionando mi cuerpo. Al abrir levemente un ojo, visualicé lo que era una mano masculina aferrada a mi cintura; con ello, percibí lo que era el cálido cuerpo de alguien pegado a mi espalda, mientras lo que sería su acompasada respiración, chocaba contra mi nuca. Mis labios me sorprendieron mostrando por primera vez en el día, una sonrisa. Era demasiado temprano como para sentir mi corazón latir cómo si hubiera corrido por horas, pero sabía que estaba brincando de alegría. Y es que, me gustaba aquella sensación, me gustaba tenerle ahí, aferrado a mí como si temiera que fuera a desaparecer. Y sentía el deseo de que fuera así por todas mis mañanas. Quería que fuera él a quien viera al despertar, a quien sintiera junto a mi cuerpo.

Quería que fuera el chico de mis despertares, y de mi vida.

Con cierta dificultad, acabé dando media vuelta, para así poder quedar cara a cara con él. Observé embelesada, su relajado y hermoso rostro; escuché con cierta admiración, el ritmo que su respiración había adquirido, además del latir de su grandioso corazón.

Me encantaba cada parte que le componía, como si de una obra de arte se tratara. Hecho para mí, sólo para mí.

A pesar de que ya tenía admitido que estaba impregnada a él, en el fondo seguía sintiendo aquello una locura. Él era un humano, ¿Cómo pudo ocurrir? Sabía que la impregnación o mate, no tenía porqué ocurrir exactamente con otro licántropo, pero Hugo me contó que estos casos eran un tanto extraños. Aunque ahora ya lograba entender porqué desde que le conocí, me sentía distinta a su lado, y siempre quería estar con él. Era por esto. Por eso, cuando al final me transformé, todo ese lado licántropo se activó -Por así decirlo- y con ello, el sentir la impregnación. Y Rodrigo desde el principio, era el elegido. Era él, siempre fue él.

Pero en ocasiones me preguntaba, que si él sintiera lo mismo, ¿Era bueno que estuviéramos juntos? Su vida no volvería a ser la misma, y tal vez a mi lado, podía llegar a estar en peligro, a pesar de que yo pudiera cuidarle. Tal vez realmente -por mucho que me doliese-, se merecía alguien mejor que yo. Alguien normal, mortal. Porque, y si un día llegase a descubrir que yo era un licántropo, ¿Huye de mí? O si un día por alguna discusión, pierdo el control, ¿Y le acabo haciendo daño? No quería ni imaginarme todo aquello, me sentía morir si algo así ocurriese realmente.

Por eso, tenía que entrenar.

Lentamente, me levanté de la cama, asegurándome de que no se había llegado a despertar. Fui directamente al baño, en donde me di una ducha rápida, para luego atarme una toalla alrededor de mi cuerpo e ir al armario para ver qué ponerme. Como iba a estar practicando en mi forma de lobo; decidí ponerme un vaquero corto negro, una camiseta de tirantes con color camuflaje y unas viejas botas negras.

Cuando además de vestirme, terminé de prepararme completamente, salí con cuidado de la habitación, yendo a la cocina, en donde Hugo rebuscaba chocolate en la nevera. Con una traviesa sonrisa, me acerqué sigilosamente a él hasta lanzarme a su espalda, soltando un gruñido con diversión. Me enganché a él cual koala, hasta que acabó perdiendo el equilibrio y caímos al suelo, mientras forcejeábamos e intentábamos mordernos, con las carcajadas casi ahogándonos.

Parecíamos unos cachorros.

- ¡Me rindo!- Exclamé cuando su enorme cuerpo aplastó el mío, asfixiándome.- Algún día te ganaré, ya lo verás.

GaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora