Capítulo 46.

2K 139 3
                                    

Capítulo editado.

·······

Aquella no era mi noche. Había empezado mal desde que terminamos la cena y nos habíamos ido a preparar los que íbamos a salir de fiesta por insistencia de Laura. El vestido que iba a ponerme, se había dado de sí y ahora el escote dejaba mis pechos casi a la vista; el secador se me resbaló, cayendo al suelo con un ruido poco agradable, así que rápido descubrí que no funcionaba, haciendo que tardase más en arreglarme; estuve a poco de aplastar al cachorro con un libro más grande y pesado que mi cabeza, por no hablar de más; sin contar que al probarme unos tacones, casi caigo de bruces contra un palo de la barandilla de las escaleras, que se había roto cuando Marcos tiró de él, en uno de esos juegos que hacía con los gemelos, sin controlar la fuerza. Ese palo me habría atravesado un ojo con una facilidad asombrosa si hubiera caído.

El destino no quería que saliera de casa, me lo había dejado tan claro que intenté convencer a Rodrigo de que nos quedáramos viendo alguna de sus películas favoritas, pero tenía tantas ganas de salir a celebrar mi cumpleaños que, ni conmigo a horcajadas encima de él, pude conseguir convencerle para cancelar el plan.

No habían sonado las campanas de la iglesia de Aínsa, anunciando que fuera medianoche, cuando ya habíamos probado en un par de discotecas, decidiéndonos a quedarnos un rato en un bar con bastante más ambiente que en otros locales. Nos sentamos en unas escaleras que conducían al lugar donde se hacían pequeños conciertos, una vez que todos habíamos pedido algo de beber; excepto Laura que había pedido el refresco que le debía, dejándome entrever que se había concienciado bastante bien de su situación. El local tenía una luz entre púrpura y azul que, acompañada por música de hace al menos una década, había conseguido sacar a la pista de baile un grupo reducido de gente, por lo menos. Incluso, al poco rato Marcos y Joanna se animaron a salir a bailar. Yo no tenía ánimos, por lo que me escaquee de entre los brazos de Rodrigo para ir en busca de los servicios.

- ¿Estás bien?- Me preguntó mi pareja.

- Sólo necesito mear y darme con agua fría en la nuca.- Le tranquilicé, antes de seguir caminando y dejarle con el resto. Sabía que Laura le entretendría bailando y haciendo bromas de las suyas.

Tuve que esperar unos minutos en la cola para entrar a uno de los cubículos, a pesar de que me obligué a respirar por la boca por el olor a pis y alcantarillas que impregnaba el lugar. Me bajé la ropa interior y encogí las rodillas para no tocar el váter, del que dudaba de su correcta limpieza. Después de unos segundos, todas las voces femeninas de afuera, cesaron por completo. Miré la puerta cerrada de mi cubículo con descarados grafitis y esperé a oír algo; sólo el chirrido de la puerta principal del baño al abrirse y cerrarse llegaron a mis oídos, además de la fuerte música que había de fondo. Al terminar y salir, el baño estaba completamente vacío. No pude evitar tragar saliva, atemorizada.

Mientras me lavaba las manos y me pasaba algo de agua fresca por la nuca, miré el extenso espejo, pero, ignorando mi reflejo, observé con los músculos tensados la sombra del hombre en uno de los cubículos, al lado del que yo había usado. Sus ojos amarillentos me acechaban, estático y silencioso. Una vez que me sequé las manos con papel que había cerca de la puerta cerrada, me di la vuelta para encararle, enseñando también mi iris como el oro como forma de advertencia.

- Hola, sobrina.- Murmuró.

Fruncí el ceño confundida, a la vez que el hombre acababa saliendo del cubículo para que pudiera ver su rostro. Se trataba de mi tío Erick. El mismo que se hizo pasar por mi padre en el Hospital, y el mismo que abandonó a su hija Joanna como un juguete que nos pasó a nosotros. Sin embargo, era tan idéntico a mi padre que si no fuera por su frialdad y su distinto olor, habría corrido como un cachorrillo de ojos llorosos hacia sus brazos.

GaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora