Capítulo 15.

3.8K 258 17
                                    

Capítulo editado.

~•~•~•~

Agité mi mano, incitándole a siguiera hablando.

- ¿Entonces fueron tres? ¿Estás seguro?- Volví a preguntarle, queriendo tener la más clara información posible.

- Sí, en serio.- Asintió a la par que hablaba, acabando por suspirar.- Era mediodía, yo estaba yendo dirección a la cueva donde me refugiaba, ya que otro techo no tenía.- Hizo una mueca.- Y comencé a sentir cómo me seguían, ni siquiera trataban de ser sigilosos, como si aquello para ellos, estuviera siendo un simple juego de cachorros.- Un gruñido se le escapó, pero tragó saliva para acallarse.- Mientras yo seguía caminando, ellos estaban acorralándome, podía verles, oírles y sentirles; se pensaban era un maldito licántropo retrasado.

- >> Tenía en claro que tenía escasas posibilidades de ganar contra tres, pero no por ello me quedaría quieto. Por eso, cuando decidieron atacarme, no sé la razón... a cada furioso mordisco, sabía que estaban disfrutando el hecho de que estuviera sufriendo, y cuando más cerca veía mi muerte; apareció tu hermano. Él atacó sin ninguna duda, protegiéndome de una muerte segura, y le estaban destrozando por mi culpa. Incluso cuando yo ya había caído al suelo por el dolor, él había continuado con furia, decisión y sabiduría.

Sonreí llenándome de orgullo, a pesar de que mis ojos se encontrasen brillosos.

- >> Cuando pude levantarme, él mismo me ayudó a correr y resguardó mi espalda, mientras nos alejábamos más y más de ellos. Tal vez si hubiera seguido luchando, no habría salido de una sola pieza; pero aquellos tres pulgosos no olvidarían jamás la lección que habían recibido de su parte.- Finalizó, sonriéndome.

- Tu hermano es impresionante.- Murmuró con asombro, Tudol.

Miré a ambos chicos, apartando una pequeña gotita de una de las esquinas de mis ojos azulados.

- Lo sé, tengo que aprender tanto de él.- Suspiré. Pensando en los entrenamientos que íbamos a haber comenzado.

Le echaba demasiado de menos.

Volví a soltar un ahogado suspiro, tragando saliva.

- ¿Qué aspectos tenían?- Pregunté.

- El más grande, y quien parecía tener el mandado de los tres, tenía el pelaje marrón como la tierra, opaco y reseco, mientras que sus ojos eran negros, con una cicatriz que surcaba uno de sus párpados; el que nunca se separaba de su lado, era entre un color negro y marrón extraño, además de faltarle uno de los ojos; y el último, de un color caqui, era el más delgado y sigiloso, ése atacaba siempre por la espalda.

Le miré por unos segundos más, esperando a que me dijera algo más, pero cuando quedó en silencio, lo único que pude hacer fue suspirar y frotarme el rostro con las palmas de mis manos. Todo lo que me había contado me servía, por supuesto que sí, y de mucho, pero quería saber todo para poder encontrar a aquellos chuchos -Porque ni siquiera licántropos se merecían llamar-, y descuartizarlos yo misma. Hacerles sufrir y darles una muerte dolorosa y lenta, era lo que ahora estaba maquinando sin descanso, mi cabeza. Claro que si mi hermano no hubiera intervenido no habría salido mal herido, pero yo habría hecho lo mismo que él; alguien con un poco de corazón, no se quedaría de brazos cruzados al ver en peligro a alguien. Al menos nosotros no.

Pero se merecían pasar por el mismo dolor, porque ellos eran tres, ellos fueron los que buscaban luchar. Sin razón, ni justicia.

Me levanté a dejar el vaso de madera -Casi todo allí, era de madera, o piedra.- en donde tomé leche para desayunar, además de algo más por ahí. Realmente no tenía tanta hambre como de costumbre, durando el día que quedaba de ayer, y en la noche también, no podía dejar de pensar en las ganas de cuidar a mi hermano y de saber cómo se encontraba. Pero sabía que ahora se debía estar preguntando en dónde me había metido, triste, enfadado... por mi culpa. Pero tampoco me sentía preparada para volver, me faltaba confianza y fuerzas.

GaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora