Capítulo 9.

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Capítulo editado.

~•~•~•~

- ¿Cuál te gusta más?

Miré a Rodrigo, mientras él observaba los dos vestidos que tenía en cada una de mis manos. En mi mano derecha tenía un ceñido vestido color rojo vino, de escote redondeado y tirantes gruesos, que llegaría por encima de las rodillas; mientras que en la mano izquierda, tenía un vestido verde oscuro, ajustado por arriba hasta la cintura, que era donde se soltaba más, con varios adornos en el escote redondeado, en los hombros y esparcidos por el vestido en sí, creando finas líneas abstractas, que tenían un color amarillo oro, que no resaltaban demasiado, pero que quedaban bien.

- El rojo es sexy... Y el verde sofisticado...- Murmuró él, mirándolos aún.

- Venga.- Le incité para que se diera prisa.

- Oye, no haberme pedido opinión.- Se quejó.- El rojo.- Decidió.- El verde le veo como para una situación más especial.

Asentí conforme, pues es el que yo también estaba pensando más. Antes de salir de la habitación en la que se había quedado, al lado de la mía, observé su maleta aún sin deshacer -Hugo le ayudó a traer sus cosas ayer-, y le miré a él de nuevo. Estaba sin ninguna prenda que tapase su desnudo torso, aunque llevaba unos desgastados vaqueros, por desgracia.

Agité la cabeza, avergonzada por aquel pensamiento.

- Prepárate, no quiero que lleguemos tarde.- Le reñí, alzando las cejas.

Di media vuelta para ir a prepararme, oyendo cómo por detrás me había burla, por lo que no pude evitar rodar los ojos y sonreír divertida.

Una hora y media más tarde, terminé de prepararme por completo, pues en lo que más me había tardado había sido en ducharme y arreglar mi cabello. Me observé en el espejo, y di una vuelta sobre mí misma, no demasiado a gusto. Mis pies estaban cansados por los tacones negros y sentía mi cuerpo demasiado rígido por el ajustado vestido, sin hablar del maquillaje, que era otra historia.

Oí la puerta de mi habitación abrirse, pero sabiendo quién era, no me molesté en mirar.

- Si no fueras mi mejor amiga...- Fruncí el ceño y le miré, confundida ante sus palabras.- Ya no estarías vestida.- Terminó la frase, mirándome de arriba abajo.

Abrí mis ojos por demás, con las mejillas enrojecidas. Tenía una mirada tan llena de lujuria en aquel momento, que sentía que incluso me faltaba aire para calmar el calor que sentí recorrer por mi cuerpo.

Carraspee incómoda, haciendo un vago intento de acomodar mejor el vestido.

- Me encanta cuando te ruborizas.- Le escuché murmurar.

- Pues estaré radiante, pero me pica un ojo y no puedo rascarme.- Refunfuñé, y era cierto, además de que no sabía qué otra decir para cambiarle de tema.

Conseguí que soltara una carcajada ante mi tonta queja, y aprovechando ese momento, me escabullí de mi propia habitación para ir hacia el salón. Sentía demasiadas altas temperaturas en aquel cuarto, y eso no era bueno.

- Hermanito.

El rubio instantáneamente apartó la mirada del televisor, inspeccionándome con la mirada.

- Podrías llevarte algo más, puedes coger frío.

Alcé las cejas, intentando aguantarme la risa.

- Es verano, y nosotros nunca sentimos frío, si te recuerdo.

Apretó los labios haciendo un berrinche infantil, se levantó del sofá y estiró sus desnudos músculos. Hay veces que me pregunto si es que tiene pocas camisetas, o qué.

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