Capítulo 1.

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Foto multimedia de Daniela.

Capítulo editado.

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Lo único que se escuchaban por los pasillos del instituto del pueblo Torla, eran nuestros zapatos caminando con velocidad hacia la salida. Necesitaba aire. Mentira, necesitaba abandonar por última vez aquel lugar en que estuve estudiando por cuatro duros y aburridos años.

El tiempo en el que estuve estudiando aquí, no se me hizo precisamente fácil. De todos los adolescentes que venían, sólo una persona consiguió caerme bien. De todas formas, siempre fui la recluida de, no sólo el instituto, sino del pueblo entero, junto a mi familia.

Siempre fuimos los "misteriosos" y un tanto "extraños". No me importaba, la gente de allí siempre fue demasiado chismosa e hipócrita para mí.

No miré atrás al bajar los escalones que llevaban al estacionamiento del lugar, el cual ya estaba casi desierto. Exceptuando por el coche de mi madre y alguno más.

Por el rabillo del ojo vi cómo mi madre aún observaba mis notas, como si estuviese intentando buscar el más mínimo error para regañarme. Resoplé frunciendo el ceño. No me había quedado ninguna y aún así, no me había felicitado por mi esfuerzo en no decepcionarla.

Odiaba los libros, y aún así saqué todo, procurando que ella se sintiera orgullosa de mí.

- ¿No piensas decir nada?

Sus ojos color humo se alzaron al fin para contemplarme, parándonos antes de adentrarnos al coche. Una pequeña sonrisa se asomó entre sus labios rosados.

- Lo has hecho muy bien, hija.- Sonreí orgullosa, pero se me borró al instante tras sus siguientes palabras.- De todas formas, deberás cerciorarte de que aún siendo verano, deberás estudiar.

Mis labios formaron una línea recta, viendo cómo ella ignoraba mi gesto de fastidio y se adentraba en el asiento del piloto del vehículo, un Mercedes GLA negro. Capricho de mi padre.

- ¿El qué? No tengo ningún libro para ello. Hasta que no empiece la Universidad no comenzaré a estudiar. Estos tres meses son descanso para mí, me lo merezco.- Me repuse.

- No me lleves la contraria, jovencita. Tu padre va a entregarte unos importantes libros que deberás estudiarte.- Dijo de forma autoritaria sin dejar de mirar la carretera, mientras conducía.

- ¿Qué libros?- Fruncí el ceño, siendo la primera vez que oía mención alguna sobre ellos.

- Unos muy valiosos e importantes.- Chasqueó la lengua.- Ya hablarás con él.

- Me puede dar lo que le venga en gana, no estudiaré en verano.- Me crucé de brazos.

La risotada que se echó Anna me hizo girar el cuello para dejar de mirar por la ventanilla, y clavar mi mirada en ella. Su cabello rizado y rubio se movía a cuenta del gesto de agitar su cabeza ligeramente.

- ¿Vas a contradecir a tu madre, Daniela?- Me desafió, mirándome de reojo.- ¿No querrás quedar castigada?

- ¡Haz lo que te salga del culo! ¿Pero sabes algo?- Hablé con rabia.

- ¡Esa boca, Daniela!- Ignoré su regaño.

- Que estoy harta de vosotros. Nosotros dejamos de ser una familia cuando sólo comenzasteis a dedicaros a estar lejos de casa haciendo a saber qué, y cuando estáis, se discute. ¡Sois un asco de padres!- Declaré en un gruñido, acto seguido salí del coche cuando este paró, dando un violento portazo.

Corrí hacia la puerta de casa y entré sintiendo angustia en el pecho, odiaba que últimamente tuviera una relación tan tensa con mi madre. Respiré con profundidad, intentando que el repentino dolor de cabeza y escozor de ojos desapareciera. Siempre me ocurría cuando me enfadaba y no entendía por qué. Pero sabía que yo tenía la razón, hacía un par de años todo era distinto, éramos una feliz y unida familia. Pero por razones que desconozco, todo se fue por el desagüe, acabando por crearse lo que somos actualmente. Cuatro personas prácticamente desconocidas ya, que viven en un sitio que no se puede considerar hogar. A excepción de mi hermano, él y yo seguimos igual de unidos que nunca.

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