Capítulo 10.

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Capítulo editado.

~•~•~•~

Abracé su espalda, quería que dejase de golpear aquel pobre tronco de un árbol. Apreté los ojos, la energía que Rodrigo irradiaba estaba llena de tristeza y de rabia. Mi cabeza rebotó contra su desnuda espalda, él seguía golpeando la dura madera, sin importarle que yo intentase que parara.

- Vuelve en sí, patito.- Susurré en su nuca, con los ojos cristalizados.

Cuando estaba en este estado, no parecía él, y eso es lo que más me preocupaba. Escuché cómo soltaba un gruñido casi animal, casi como los nuestros, a pesar de que sabía que era un humano; para luego agitarse y agarrar mis manos, apartándolas de su cuerpo.

- ¡Suéltame!- Vociferó.

- ¡Cálmate! Y cuéntame qué te ocurre.

- ¡Estoy tranquilo, joder!

- No se te ocurra tratarme como a cualquiera, como si fuera como los demás.- Gruñí esta vez yo.

Su mirada llena de ese verde que me recordaba a mi preciado bosque, ahora estaba más oscura, más como la de lucía hacía años.

- Yo no quiero...- Comenzó, pero se trabó, como si su garganta se cerrara.

- Dime, patito. Háblame.

Me sorprendí cuando le tembló el labio.

- Pensé que te perdería.- Susurró con voz rota.

- ¿Por qué iba a ocurrir eso?- Pregunté confundida.

- Daniela, este mediodía aún seguías dormida, y pensé que no despertarías, como ella.

A mi mente llegó el recuerdo de cuando me habló sobre su familia, hace ya tiempo, y de entre todo lo que les sucedieron con el tiempo a todos sus seres queridos, me concentré en cuando me contó lo que le sucedió a su madre.

- Pero estoy bien... te lo prometo. Ahora estoy bien.

Sus acuosos ojos, observaron cada rasgo de mi rostro. Luego rodeó mi cuerpo con sus fuertes brazos, apegándome a su pecho todo lo que pudo, como si temiera que desapareciera, así de la nada. Por lo que casi al instante, yo también le abracé con fuerza, queriendo demostrarle que jamás me iría de su lado, porque él era todo para mí. Siempre.

- ¿Por qué te fuiste con él?- Preguntó repentinamente, mientras nos separábamos.

Le miré sin entender a lo que se refería.

- Te fuiste con ese cabrón, y dejaste que te besara.- Murmuró con rabia.

Parpadee varias veces seguidas, con cierto asombro.

- Claro que no, él me dijo que sabía dónde estabas tú.

- ¡Era un desconocido! Y te fiaste de él.

- Yo sólo quería encontrarte.- Susurré.

Ambos apretamos los labios, sin dejar de mirarnos.

- Pero te besó...- Murmuró con cierta frustración, y tristeza.

Le miré fijamente, con el ceño fruncido; pero acabé suavizando la mirada.

- Eres un celoso.

Sus mejillas se tornaron rojizas, delatándole al instante; causándome ternura, así como también me dio ciertas esperanzas.

- Eso es mentira, yo no...

Le interrumpí.

- Y que sepas, que estuve a punto de arrancarle el labio por forzarme.

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