CAPÍTULO 4

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Juego con la pluma sobre mi cuaderno. El profesor esta repasando un tema, que sinceramente yo ya se me de memoria. Observo a mis compañeros que casi todos están igual de aburridos que yo, algunos duermen, y otros miran al techo. El profesor ya había dado este tema hace dos semanas, pero como se acercan los exámenes esta repasando todo.

La puerta es abierta por un hombre de traje negro, lleva un anteojo oscuro, y eso nomas logro ver ya que estoy sentada casi en lo último, y mi vista no es muy buena que digamos.

—¿Qué se le ofrece? —pregunta el profesor interrumpiendo su clase.

—Necesito hablar con la alumna Cassandra Mullins

Esa soy yo.

¿Soy yo? ¿Por qué yo? ¿Quién es este hombre? ¿Y que quiere? ¿Me estarán por secuestrar?

No querida, esto no es la película 365 DNI.

Frunzo el ceño y el profesor me hace una seña para que me acerque. Dejo mi pluma sobre la mesa, y joder. Todos me están viendo.

Incómodo…

Seguramente están pensando mil cosas sobre mi, y la primera sería que me estoy acostando con un maldito empresario o algo por el estilo. Porqué desde ya puedo escuchar sus murmullos. Y no todos los días un hombre que parece ser guardaespaldas, entra a tu clase, y te nombra.

—Ella es Cassandra Mullins—me presenta el profesor.

—Bien acompáñeme afuera—habla el hombre.

Me dirijo hacia mi profesor—Permiso— pido y el asiente, camino detrás del hombre mientras esquivo ver a todos mis compañeros.

—¿De parte de quien vienes? —pregunto una vez que estamos afuera del aula.

—Leonardo por supuesto—habla esa voz detrás de mi, me doy media vuelta enseguida y frunzo el ceño al verlo.

Lleva una playera negra, encima una cazadora de cuero del mismo color y un Jean azul. Lleva puesto anteojos de sol, y debo admitir, que esta guapo el hombre.

—¿Qué quiere, señor?— la educación es algo que me exigieron de pequeña.

—Voy a ser directo con usted, señorita Mullins, no quiero que me vean aquí…

—¿¡Y para que viene entonces!?—pregunto levantando un poco la voz. Aún con los anteojos puestos veo como frunce el ceño— Perdón.

—Como decía. El viernes te recogerá una camioneta, estate lista, y no te demores.

—¿Qué? No, joder, no. A mi nadie me va a pasar a buscar—me doy la vuelta para irme pero el hombre de traje se me interpone.

—No tienes opción. O te paso a buscar, o te traigo a la fuerza. Pero a mi casa te vas.

—No puedo—me doy vuelta—tengo que cuidar a mi hermano…

—Se perfectamente que tienes personas que lo pueden cuidar. Y además, tiene dieciséis años, por favor, un poco de libertad no le vendría mal.

—Señor, usted no vendrá a decirme cómo educar a mi hermano menor— finjo una sonrisa.

—Solo decía.

—Escuche señor Marchetti, soy una chica ordinaria, ¿Ok? Soy pobre, no tengo mamá, tengo que trabajar todo el día, y para colmo bailo por las noches. Puede tener a su disposición a cualquier mujer del mundo, y mas lindas que yo, así que hágame el favor de buscar a otra.

El levanta una ceja, pero no dice nada. Parece asimilarlo, y pensarlo. Se rasca la barbilla, y yo aparto mi mirada esperando que reaccione.

—Escucha, hermosa…— ese adjetivo me derrite— No te estoy preguntando, y tu opinión me las paso por las bolas. Así que como te decía, el viernes te pasan a buscar a medianoche.

Piacere (+18) © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora