CAPITULO 25

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Despierto sintiendo un peso sobre mi. Estoy boca abajo, y me duele los pechos por al peso que tengo encima.

Giro mi cabeza, y me doy cuenta que Leo tiene el brazo alrededor de mi cintura, su cabeza esta sobre mi espalda y prácticamente la mitad de su cuerpo esta sobre mi.

—Leo—susurro pero no da señales de despertarse.

Bufo, y me remuevo debajo de su cuerpo para salir de la cama. Con cuidado me levanto y el abraza una almohada. Lo observo dormir, varias veces lo vi, y es que se ve tan tierno, tan débil, tan hermoso, con los ojos cerrados y sus pestañas tocando sus pómulos.

Me lavo los dientes, me arreglo el cabello, y hago una coleta alta, hago mis necesidades. Salgo de la habitación y bajo las escaleras en forma de U.

La casa es de un color oscuro delicado hasta los muebles son de ese color, las escaleras están pintadas de un color madera claro, y tiene un candelabros colgada en el techo. Llego al final, y voy hasta la cocina. Como el resto de la casa, es de un color marrón cuidadoso, los artefactos electrodomésticos son de un color negro, y gris. Todo esta tan limpio que me da pena ensuciar, pero lamentablemente, tengo que hacer el desayuno.

Anoche cuando llegamos, Leonardo había comprado una pizza fría, así que la recalentamos, y comimos. Después fuimos a acostarnos, bueno, yo y Leo, porque los chicos decidieron meterse a la piscina en la madrugada, y estuvieron un largo rato.

Comienzo a sacar todos los ingredientes para hacer unas ricas tortitas, junto a un buen café. Nada como comenzar el día con el estómago lleno.

Escucho pasos, y miro sobre mi hombro, me encuentro con el cabello desordenado de mi hermano.

—Buenos días—bosteza.

—Buenos días— se sienta en uno de los taburetes, y le sirvo el desayuno que ya esta listo.

Llega Astrid —Uy, por fin. Muero de hambre— también le paso lo que ya tenia preparado.

Solamente me falta que llegue Leo, pero hoy no tendió señales en querer levantarse, de todos modos preparo su desayuno, y lo dejo a un lado. Ya con el mío hecho, me siento junto a Tiago y Astrid.

—¿Qué tal durmieron? —pregunto y Astrid mastica a toda velocidad para responder.

—yo bien. Sin quejas de la vieja loca de Julia— sonrío y niego con la cabeza, divertida.

Hablamos algunas cosas mas, como por ejemplo, que esta casa es de su bisabuelo. Hasta que unos pasos se escuchan, nuestras risas cesan, y observo al rubio, que solo lleva un pantalón largo de pijama.

—buen día—bosteza y se restriega el dorso de la mano por los ojos.

—Buenos días—respondemos todo.

Se sienta en la punta de la mesa, y agarra su plato. No se tarda en devorar todo lo que se encuentra ahí. Hablamos de cosas regulares para que transcurra mas rápido el tiempo que estamos ahí.

A los minutos los chicos suben arriba, y me quedo en la cocina junto al rubio. Comienzo a lavar los trastes, mientras el escribe algo en su laptop. Cuando termino me seco las manos, y al momento de darme vuelta siento algunos brazos rodeándome.

Siento su aroma cerca de mis fosas nasales y siento como esconde y acaricia con la punto de su nariz mi cuello. Me doy vuelta y le rodeo con los brazos.

—¿Despertamos cariñosos hoy, no?

Se encoge de hombros —no sabia que querer tener sexo por la mañana era ser cariñoso.

Piacere (+18) © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora