CAPÍTULO 1

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La universidad, para muchos es la mejor etapa de todo mundo, pues déjenme decir que para mi no. La odio, detesto. Más que eso quizás.

Por el simple hecho de que todo mundo me mira raro, se el porqué, pero pueden disimular un poco. No es necesario que yo me dé cuenta de como murmuran cosas sobre mi. Aunque no me importa si lo hacen, pero deben aprender a disimular.

Cuando estoy saliendo de clases recibo un mensaje y saco mi móvil.

Lucas
«Ven a los baños traseros. Ya»

Lucas es un chico con quien antes salía, pero cuando mamá murió me alejé de todo mundo, y solo me quedé con una amiga, que hasta el día de hoy jamás me juzgo por lo que hago; Dafne.

Lucas
«Si no vienes te buscaré. Y sabes que lo haré»

Una corriente de escalofríos recorre todo mi cuerpo. Es capaz de hacerlo.

Suspiro, y voy hasta donde el chico me citó. Llego a la parte de los baños, que muy pocas personas utilizan, y ahora que es salida, todo mundo se esta yendo en sus autos, o motos, incluso en bicicletas.

—¿Lucas? —llamo al chico a quien no veo por ninguna parte.

Escucho como la puerta se cierra, me doy vuelta y me encuentro con los ojos lujuriosos de Lucas. Sus ojos mieles siempre me miran con admiración, o solo deseo. No tengo idea.

—¿Qué quieres? —pregunto cruzándome de brazos.

—Sabes bien lo que quiero—se acerca a mi y retrocedo.

—Hoy no Lucas, estoy muy atrasada, debo irme—trato de esquivarlo, pero se me cruza en el camino. De un momento a otro estoy contra la puerta de salida.

—¿Cuánto quieres, puta? ¿eres muy cara, verdad?

—Sabes que lo hago por necesidad—aparto mi vista de sus ojos mieles.

—Entonces —se separa un poco de mi, pero igual estamos muy juntos— Arrodíllate y mete mi polla en tu boca—lo ultimo susurra.

Con mucho pesar me coloco de rodillas y dejo que Lucas me maneje a su antojo.

Después de casi quince minutos, Lucas acaba dentro de mi boca y me obliga a tragar todo el líquido derramado. Con su mirada encima me pongo de pie.

—Cada vez mejoras tus técnicas, Cass—dice levantándose el pantalón.

—Sabes que no puedes decirme así. Para ti es Cassandra— recojo mi mochila, él sonríe y niega.

—Bien, toma—saca su billetera de su bolsillo trasero, para darme algunos billetes verdes.

—Gracias—los tomo en mi mano, me doy vuelta para irme.

—¿Sabes? —habla, me detengo, pero no me doy vuelta —de tantos clientes que tienes, ya sabes hacer una buena mamada.

Aprieto las manos convirtiéndolas en puños. Saco el seguro de la puerta y salgo de ahí casi corriendo. Llego al estacionamiento y abordo el auto que era de mamá.

Piacere (+18) © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora