CAPITULO 30

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Leonardo Marchetti.

La odio. La detesto.

—¿Ya me vas a decir que te paso? —dice en un suspiro Astrid. No se donde ir, o que hacer, así que estamos dando vueltas por la ciudad.

—No me pasa nada.

—Aja si, estas por destruir el volante—observo, mis manos aprietan con fuerza, haciendo que mis nudillos se conviertan en un color blanco. Suavizó rápidamente el tacto— ¿Es Cass?

—Cassandra — digo— se llama Cassandra, no Cass.

—Pero…

—Pero nada. Nosotros no somos nada con ellos, no tenemos el derecho de decirle Cass. Ni la obligación.

—Tal vez tu no seas nada, pero yo si. Tiago es mi amigo, y Cass también. Y te guste o no, Cass…es…mi…amiga.

Lo dice tan cerca, que vuelvo apretar el volante con fuerza.

Maldita zorra con cuerpo de diosa.

—¿Por qué no lo admites de una vez? — sigue hablando.

—¿Admitir que, Astrid?—mi paciencia esta llegando a su límite, pero parece darle igual.

—Que te gusta…

Lo pienso, lo analizo, y digo; —no me gusta. Que te quede claro, Astrid. Que ella no me gusta.

—¿Y porqué la mayoría del tiempo estas con ella?
—Porque me gusta follarla.

La miro de reojo, y se cruza de brazos—Los vi mas de una vez, y la verdad, no estaban follando, y a ti, te brillaban los ojos.

—¿Sabias que eso de que te brillan los ojos es una idiotez? No se te nota cuando te brillan los ojos, apenas los ves.

—¿Y tu que sabes de eso? —pregunta también irritada.

—se lo suficiente…

—Porque hayas babeado por la perra de Miley no significa que sepas suficiente. ¿Cuándo lo vas a entender? ¡Ya basta! ¡tienes una maldita obsesión con alguien a quien le importas mierda! ¡Pero ahí vas, tratando de que con cada ridiculez vuelva hacia ti! ¡eres un estúpido!

—¡Pues no es tu problema, Astrid! ¡me tienes cansado! ¡siempre estas queriendo meterte en mi vida, ocúpate de la tuya! ¡Déjame decidir sin que des tu jodida opinión!

—¿¡Que tanto te jode que te diga la verdad!? ¡Ya supéralo! ¡Tienes veintinueve años no dieciséis! Déjame esa estúpida etapa de obsesión con el primer amor para mi, y búscate a alguien que valga la pena.

—Bájate—digo entre dientes. Estamos frente a mi mansión.

—Y vas a huir como siempre.

—No te impo…

—¡Me importa!¡Y entiéndelo! ¡Miley no te quiere! ¡Deja de arrastrarte, ten respeto por la dignidad que te queda! —suelta aire, y aprieta los puños— Te quejas…te quejas tanto de mi comportamiento, aún sabiendo que el tuyo es peor. Dices que yo hago pasar vergüenza a la familia pero, ¿Y tu que? Si cada vez que estas con Miley. La portada es siempre la misma “El heredero de la cadena Marchetti volvió con su ex novia, incluso después de que le haya sido infiel” “Leonardo Marchetti, teniendo miles de mujeres, se arrastra a una que no vale la pena” “¡Leonardo Marchetti es un total cornudo! ”

Ni siquiera pienso en lo que dijo, ni rebusco en mis recuerdos. Solo le lanzo una mirada de odio, y ella bufa antes de bajarse del auto.

Ni siquiera espero que entre en la mansión, solo arranco. De todos modos le mando un mensaje a Malek que se haga cargo de ella. Y busco el contacto que quiero.

Yo;
« En diez minutos estoy»

Astrid, no tiene porque meterse en mi vida, es mía, no de ella. Puedo tomar mis decisiones, ¿Qué importa la prensa? Si yo soy feliz, me vale mierda los artículos.

Me sorprende que no me haya reclamado una respuesta, que me haya dejado ir así solamente, que no le importe. Lo que mas me sorprende, es que cuando lo terminamos de hacer, básicamente me echo. Siempre creí que Cass, era de ese tipo de chicas enamoradizas, pero veo que me confundí.

Pero, hace días estaba bien, normal, cariñosa, tranquila. Y ahora estaba tan…loca. Tan insegura, lo notaba en sus ojos, ¿Pero que…? Los ojos no demuestran nada. Ya me afectó hablar con Astrid.

Otro tema es Miley, Astrid no sabe nada de nuestra vida, nuestra relación, no sabe como es, como nos sentimos. Ni siquiera Astrid tuvo una relación, no debe porque opinar. Pero como siempre, es una maldita niña metida, que quiere ser adulta, aún sabiendo que es pequeña.

Y no se porque Cassandra cree que tengo miedo de que pase lo nuevo con Miley, porque jamás serán las mismas situaciones. Yo a Miley la amé a Cassandra no.

Dejo el auto a un lado de la acera, y toco la bocina, es temprano, así que dudo que alguien de los vecinos este durmiendo. La chica sale con una sonrisa en el rostro. Lleva un vestido negro ceñido, y labial rojo. No le queda bien, pero tampoco mal.

—Leonardo— dice a modo de saludo cuando sube al auto.

Esta me la pagas, Cassandra Mullins. Conozco tu punto débil.

—Dafne—saludo antes de arrancar el auto.

Piacere (+18) © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora