Leonardo Marchetti.
—De verdad, no quiero salir hoy— le digo a Miley mientras me arreglo el traje. Ella se esta maquillando en el otro lado de nuestra habitación.
Hace poco volvimos a la casa que compré cuando nos comprometimos hace tres años. Su tía estaba feliz por vernos juntos nuevamente, y al parecer era la única, ya que mi padre también se enfado mucho conmigo. Aunque hoy, fue diferente, estaba mas feliz que hace días.
—Y yo te dije que si vamos a salir— habla colocándose sus tacones.
Lleva un vestido largo color blanco, sus pechos sobresaltan de la tela.
—Bien, vamos. —le digo, me coloco el reloj y con las manos me peino el cabello. Ella asiente, y toma su pequeño bolso de mano para luego salir de la habitación.
—Te ves hermosa, hija— dice Julia cuando bajamos las escaleras, bufo porque siempre es una jodida metida.
Soy el primero en salir de la casa, y luego escucho los pasos de Miley. El chofer nuevo
— ya que Malek ha renunciado—nos espera al lado de la fuente, espero a Miley y la ayudo a subir, luego subo yo. El chofer emprende el camino, mientras Miley coloca una mano sobre mi rodilla.—¿A que lugar vamos? —pregunto.
—¿Recuerdas que hace tiempo me habías comentando que compraste un nuevo restaurante? —asiento, le conté hace algunos días, y no creí que ya tendríamos que ir al lugar— pues bueno, ahí iremos.
—Ah—me limito a decir.
Tomo mi celular y leo un mensaje de Astrid.
Astrid;
«ya envié las invitaciones. En una semana podrás anunciar tu compromiso pedorro »Yo;
«Me olvide lo cual amable eras, hermanita»
Astrid;Astrid;
«aún no creo que te vuelves a comprometer con la zorra esa, no hermanito, no te falta un tornillo en la cabeza te falta la ferretería completa»—¿Algún día me dejara de llamar zorra?— pregunta Miley viendo la pantalla de mi celular. Apago el móvil, y lo guardo dentro de mi bolsillo delantero.
Un pequeño deja vú cruza por mi mente al recordar a Cassandra mirando mi celular y el pecho se me encoge.
Me encojo de hombros —No lo creo, cuando a Astrid le cae mal una persona, ya no hay vuelta atrás —le soy sincero— además te mandaste muchas cagadas para que te quiera como cuñada.
—¿De nuevo me estas recriminando haberte dejado?
—Si— miro por la ventanilla como estamos cerca del lugar— sabes como es mi carácter, y lo muy rencoroso que puedo ser. No debías mandarte cagadas.
—Leo— me dice seria— por Dios, ya deja el pasado. Concentrémonos en esta nueva etapa.
—Bien— murmuro, el valet me abre la puerta, y salgo del auto, ayudo a Miley, y luego juntos nos adentramos al interior del restaurante.
Un chico joven nos atiende— señor Marchetti —me llama el chico— en su oficina deje algunos papeles que debe firmar.
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Piacere (+18) © [Completa]
RomansSer profundamente amado te da fuerzas, mientras que amar profundamente a alguien te da coraje. Lao Tse Todos los derechos del autor reservados.®