CAPITULO 8

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Leonardo Marchetti.

Observo a mi hermana que desayuna con nosotros. Papá esta revisando el diario. Tengo mi departamento, hasta tengo casa propia, pero es domingo. Debemos estar en familia, costumbres. Y hoy justamente toco en mi casa hacer aquello.

—Entonces…—deja papá el periódico de lado—¿Cómo conoces a Cass?

—¿Hablas de Mullins? —bebo un poco de mi café y el asiente. Supongo que no sabe que antes esa castaña trabajaba de stripper— en la fiesta de bienvenidas que organizó Marcus.

Bueno, al final de cuentas ahí fue donde la vi sin su antifaz. Después de bailar en ese tubo con esa ropa, después de verter la leche entre ambos, y su papi, incendio el fuego dentro de mi.

Y como yo no ando con chorradas, fui claro con ella en mantener una relación sexual. ¿Qué puedo decir? No tengo la edad para seguir con chorradas, es mejor decir las cosas directamente para evitar confusiones.

No recuerdo la ultima vez que una mujer me rechazo, ah, es verdad, nunca nadie lo hizo.

Por suerte nací con el físico de mi padre mezclado con el de mi madre. Pues herede el cabello de aquella mujer y el tono de piel, mientras que de mi padre sus ojos azules, y su físico musculoso.

—Ah, no sabia nada—dice mi padre, y yo me encojo de hombros, se dirige a mi hermana—¿Cómo te portaste el otro día en su casa, Astrid?

—Bien papá, hicimos pizza, jugué con su hermano, y también el me enseñó algunos secretos sobre el arte—dice orgullosa mi hermana.

Cuando investigué de ella jamás creí que iba hacer tan…complicada su vida. Hacerse cargo de un niño, al mismo tiempo estudiar, trabajar, pagar cuentas, y yo apenas puedo lograr que socios firmen contratos.

Definitivamente la castaña sabe como controlar su vida, y controlarse a si misma. Sabe tener todo a orden, y no se complica mas de lo necesario.

—¿Arte? ¿Desde cuando te interesa aquello? —pregunto y ella pone los ojos en blancos.

—Siempre es bueno aprender algo nuevo—me saca la lengua y yo ruedo los ojos al ver su infantil expresión.

—Concuerdo con aquello—se le une mi padre.

—Además a mi me importa bailar solamente —sigue mi hermana.

—¿Por qué no le dices a Cass, que te enseñe? —pregunta mi padre

—¿Ella baila? —abre mi hermana la boca en una gran “O”.

Y me guardo las ganas de contestar esa pregunta.

Mierda, Cassandra si que sabe mover las piernas y el culo. Sabe como enloquecer a un hombre con tan solo movimientos sensuales y lentos.

Sus ojos negros, llenos de brillo, son lo que mas atrae a los hombres, bueno, también el culo que se carga. Ese culo que muero por hacerlo mío.

—Si, cuando su madre murió dejo de hacer aquello, pero era su gran pasión—contesta mi padre.
Solo se algunas cosas básicas de la vida de esa chica. No me puse a revisar cada cosa, porque me iba aburrir, e iba mandar todo a la mierda.

Piacere (+18) © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora