CAPITULO 54

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Podría decir fácilmente, que estos días he estado feliz, he estado tranquila. Pero estaría mintiendo, desde ese día, solamente lo he pasado yendo al trabajo, evitando a Leo, y volver a casa a llorar como una maldita patética.

Las chicas vinieron, me consolaron, pero no me sentía bien, era algo imposible después de ver como el hombre que amo me echó de su casa, se quedó con su ex prometida, y ahora nuevamente novia.

Mi orgullo se encontraba en el suelo, pisoteado, y sin ganas de estar por las nubes. Comencé a perder mi brillo, y me di cuenta de eso cuando ya no quise tomar helado, ver películas, y jugar con Casle.

Estaba en el principio de estado de depresión, si seguía así podía ser fatal para mi volver a caer en ese estado y no poder salir victoriosa nuevamente. Ya que a penas logre salir de la primera vez.

—Ya sanará, cariño. Solamente es un corazón roto— me dijo Val, pero ella no sabia por lo que yo estaba pasando y sufriendo.

La primer semana se completó, Javier me miraba con lastima mientras que Leonardo me ignoraba. Incluso en la reunión del miércoles, propuse una idea, y el la desecho sin haber escuchado los beneficios. Entendí que el no me quería en ese lugar, y yo ya no estaba segura si quería compartir un lugar de trabajo con el.

—Oye… Seguramente me imagino por lo que estas pasando —me dijo mi secretaría —el corazón roto duele…

—Pero sana— termine yo, y ella asintió.

Incluso los empleados sabían que algo andaba mal, Leonardo ya no me visitaba en mi oficina, y yo tampoco a el. Todo papelerío lo mandaba con mi secretaria, o le entregaba a la de él.

Comencé a salir con Hansel. Creía que esa era la única salida a este cuadro depresivo que estaba comenzando a experimentar. Me dolía ver cómo a Hansel se le iluminaba la mirada cuando me veía y era imposible no acordarme de mi yo de hace semanas.

Completamente enamorada.

—Te quiero— me dijo Hansel luego de nuestra primera cita.

—yo también —mentí, no lo hacia y me parecía horrible mentir a Hansel e ilusionarlo. Pero sabia que el era una persona indicada para mi futuro, y ahora no me importaba sentir amor, simplemente quería estar a alguien que me quisiera verdaderamente.

Sonaba patética y dolida, pero eso era lo que era. O mejor dicho, en lo que me estaba convirtiendo. Patética por seguir amando a quien nunca le importe, y dolida porque verdaderamente así estaba.

Tiago y Astrid estuvieron conmigo también, pero ver a la pelinegra simplemente algunas veces me dolía, aunque tenia claro que ella no tenia nada que ver. Pero al ver sus ojos me hacia pensar al par de ojos azules del que me enamoré.

Él anunció su noviazgo con Miley, fueron tendencia, y aún lo son. En la empresa, todos veían a Miley como si fuera lo mejor del mundo, y quizás era verdad, y solamente yo no quería aceptarlo.

Busqué los videos y fotos que nos habían hecho en Italia, lloré y grite al ver mi sonrisa natural, y sus ojos viéndome. Pensaba que esa mirada solo iba dirigida a mi, pero en el momento que vi como miraba a Miley, me di cuenta que yo simplemente era el… Reemplazo.

Y me di cuenta cuando comenzó con su indiferencia, ya le daba igual que me encuentre ahí, y mi presencia no le importa, o eso me demuestra.

—Señorita Mullins— toca la puerta mi secretaría, le permito el pase y entra con una bolsa— las frutillas que me pidió.

—Muchas gracias —le digo honestamente, agarrando la bolsa. Ella me sonríe, y sale del lugar dejándome sola con mis frutillas.

Me las llevo a la boca, mientras reviso los gastos de la empresa. Mi celular personal suena, y lo tomo sin ver el nombre que aparece en la pantalla.

Hola, hermosa.

—Oh, hola cariño— hablo cuando termino de comer la frutilla— ¿Sucede algo?

No, simplemente quería saber si esta noche estas disponible, digo, para tener nuestra segunda cita.

Sonrió— Claro, me parece bien. ¿Pasas por mi o…?

Si, paso por ti a las ocho, estate lista.

—Claro, nos vemos ahora— le tiro un beso, y lo escucho reír.

Parte de mi, cree que puede llegar a enamorarse de Hansel, pero no creo que eso sea posible cuando en mi cabeza simplemente se reproduce una y otra vez la imagen del rubio.

Respiro hondo dejando el celular encima de muchos papeles, uno de ellos es el que tengo que hacer firmar a Leonardo. Desde ayer, he intentando encontrar a su secretaria pero no hay rastros de ella. Según lo que me enteré, esta enferma, y recién hoy comenzó a trabajar.

Me levanto de la mesa, y tomo mi bolso. Salgo fuera de mi oficina y miro la hora, mi secretaría ya se fue, así que solamente quedo yo. Cierro la puerta, y camino con los papeles en mano. Llego a la puerta del rubio, y la secretaria no esta, así que toco la puerta.

En algún momento deberemos estar cara a cara.
No hay respuesta alguna, así que decido entrar, cuando lo hago me quedo a mitad al escuchar gemidos. Miro al escritorio, y hay una rubia de espaldas— su secretaria— y el la esta follando. El nota mi presencia, y me guiña un ojo cuando le da una estocada a la chica haciéndola gemir. Ella se aferra a los hombros, y yo siento como la respiración se me va.

Los papeles se me caen de las manos, y cierro la puerta lentamente, me quedo viendo el pomo, me doy media vuelta y voy directo al ascensor.



Piacere (+18) © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora