Capítulo 3

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Era muy temprano en la mañana, y no había dormido en toda la noche

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Era muy temprano en la mañana, y no había dormido en toda la noche. Estaba recostado en un colchón en el piso, al lado de la cama de Jace —como cuando éramos pequeños—, que casi me había ordenado que me quede en su casa, y, por lo ocurrido en el instituto, no salimos a ningún lado. Mis manos habían empezado a doler como un infierno en cuanto la adrenalina abandonó mi cuerpo, tenía los nudillos lastimados, rojos. Sin embargo, no era el dolor físico lo que me había mantenido despierto.

—¿En qué piensas?—dijo Jace interrumpiendo el hilo de mis pensamientos.

—Creí que dormías...—solté despacio.

—No, no he podido, ¿y tú?—negué con la cabeza.

—¿Está bien?—pregunté al tiempo que lo miraba—Peter.

—Me dijeron que lo llevaron al hospital y le dieron algunos puntos en el rostro. Pero estará bien. No respondí, solo desvié la mirada y la fijé en el techo. —¿Qué harás? Seguramente inicien una demanda, su padre es policía— él no dejó de mirarme.

—Lo sé.

—¡Preocúpate un poco, Aiden! Esto es serio, hermano, no estás en posición de que te demanden, no con tus antecedentes.

Esperó una respuesta que nunca llegó, entonces soltó un bufido.

Unos violentos golpes contra la puerta principal me despertaron. No me di cuenta en qué momento me quedé dormido.

—Abran, policía.

Jace, que al parecer también se había quedado dormido, pegó un salto y me miró con pánico.

—¿Qué hago?—me preguntó con completa disposición.

—Tu no harás nada—le solté con seguridad.

—¿Te entregarás?—escupió alterado.

—¡Abran!—se escuchó desde abajo.

Bajé las escaleras sin mirar atrás, y abrí la puerta.

—¿Aiden Hawk?—preguntó un oficial alto de cabello oscuro y bien rasurado. El parecido con Peter era extraordinario.

—Sí—respondí secamente, resignado.

—Con que tú eres el cabrón que golpeó a mi hijo— escupió con una mezcla de rabia y satisfacción. Como si estuviera saboreando la venganza. — Necesitamos que nos acompañes a la estación.

Me tomó con brusquedad por los brazos, hizo un movimiento rápido con las piernas, que me dejó de rodillas, y me esposó con las manos en mis espaldas. Mientras subía al patrullero, pude ver a Jace en la puerta de su hogar, con la mirada perdida y preocupada. Traté de hacerle sentir que todo estaría bien, pero verlo de esa forma aniquilaba todas mis esperanzas. Él se tomó la cabeza con ambas manos al tiempo que se sentaba en el suelo, y luego lo perdí de vista.

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