Abandoné el local de Reggie's con sentimientos encontrados. No sé qué esperaba recibir de Emily, pero definitivamente no era aquello. Hacía días que me sentía tan vacío. Y sabía qué era lo que me faltaba: Aiden.
Nos habíamos conocido en el jardín de infantes, luego hicimos el primario juntos, y allí fue donde nos volvimos inseparables. Yo tenía a mis propios hermanos —Chris, dos años menor que yo, y Henry que tenía cuatro más que el pequeño Ben; con quienes me llevaba fantástico— pero con Aiden siempre había sido distinto, había un sentimiento tan único. Él era el hermano que había elegido y era la persona que me entendía, me acompañaba. Todavía recuerdo las tardes que compartíamos en la plaza, siendo dos chiquillos, charlando de absolutamente todo, riendo a carcajadas, comiendo bocadillos, alejados de los demás niños que jugaban. Desde el inicio, entre nosotros, siempre hubo un lazo especial. Nos entendíamos mejor que nadie, y a medida que crecimos eso no cambió.
Mis padres eran fieros, de temperamento fuerte, gastaban demasiada energía en discutir cada día. Nunca entendí porqué simplemente no se divorciaban y ya. Mis hermanos la pasaban horrible, entre gritos, malos tratos, indiferencia, silencios incómodos. Y yo comencé a desquitarme fuera. Aiden era mi compañero de locuras, y habíamos hecho muchas: robamos cosas insignificantes en algunas tiendas, vandalizamos paredes —en algunos portones todavía podían apreciarse nuestras frases y firmas—, salimos de fiesta, nos emborrachamos, nos liamos a golpes más veces de las que puedo contar. Ambos nos desquitábamos con el mundo por las cosas que nos sobrepasaban dentro de nuestras casas, pero en algún punto, él comenzó a perder el control. No puedo ubicar un momento exacto en que ocurrió, sino que fueron más bien pequeños momentos, pequeñas decisiones, pequeños pasos que lo llevaron al borde del abismo... y él estaba dispuesto a tirarse.
Tampoco puedo ubicar el momento exacto en que comencé a quedar relevado a él. No recuerdo en qué momento pasé de ser Jace a ser "el amigo de Aiden". De repente, la historia parecía repetirse una y otra vez, y era yo corriendo tras Aiden, salvándole el culo o evitando que haga algo estúpido o que se meta en más problemas. Cuando me quise dar cuenta, me encontraba perdido, sin saber exactamente quién era yo, sintiendo que no era nadie sin Aiden.
Y allí apareció Emily. Necesité perder el rumbo de mi vida para fijarme en ella. Pero, cuando lo pensaba con más claridad, cuando reflexionaba sobre mis propias decisiones, sospechaba que sólo me había fijado en ella cuando supe que Aiden no la quería. Me había fijado en ella porque era lo más alejado a Aiden, porque era lo primero que sería sólo mérito mío, algo que Aiden no podría opacarme. Y sin embargo... Allí volvía a estar él.
Sus palabras volvían una y otra vez a mi cabeza para torturarme: "estás acostumbrado a que me elijan por sobre ti". Fue un golpe bajo. Y todavía me pregunto cómo supo que yo me sentía de esa forma. Nunca habíamos peleado así. Y por más que sus dichos me habían lastimado profundamente, yo también le había dado un golpe bajo, y sabía que lo había herido. No me enorgullecía de aquello, de hecho, me hacía sentir peor de lo que ya me sentía. ¿A eso se iba a reducir toda una vida de amistad?
Cuando Aiden me confesó lo de su relación con Emily, sentí como si me despojaran de lo último a lo que me aferraba para intentar reencontrarme a mí mismo. Me sentía solo, abandonado, perdido. Emily era hermosa, era inteligente, y era agradable compartir tiempo con ella, pero, desde un principio supe que no me veía como otra cosa que no sea un amigo. Y en el fondo, sabía que eso no me molestaba. No me molestaba en absoluto saber que no era el pretendiente ideal de Emily. Lo que más me molestaba era haberme dado cuenta del pésimo estado en el que había quedado mi relación con Aiden. Me dolía sentirme de esa forma con él, me dolía pensar en nuestra relación como una competencia.
A medida que le daba vueltas al asunto, más me convencía de que el verdadero problema nunca tuvo que ver con Emily. De hecho, si tenía que ser honesto, Aiden se veía mejor que nunca estando con ella. Había algo en sus ojos, en su forma de hablar, incluso se notaba en la manera en que se paraba, más relajado, más sonriente, más feliz. Y eso me alegraba. Me alegraba que finalmente haya podido ponerle un freno a todo ese odio y rencor que tenía guardado y que no lo dejaba vivir tranquilo. Incluso Emily se veía distinta. Había admitido en voz alta que quería a Aiden, y eso era mucho decir teniendo en cuenta que hasta no hacía mucho la muchacha hablaba pestes de él.
No, el problema no era Emily. El verdadero problema era que cuando Aiden perdió el control, yo perdí el rumbo. Me esforzaba por ayudarlo, temeroso de que termine metido en un problema demasiado grande, o peor. Y en el trayecto me di cuenta de que me había perdido completamente a mi mismo. Y Aiden no estaba ahí para guiarme.
Caminaba a casa cabizbajo, intentando resolver qué hacer a continuación, qué decir, cómo actuar, cómo hacer para dejar de sentir ese vacío horrible en el pecho.
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Olvida el mundo
Teen FictionEmily es una talentosa dibujante que está por descubrir que la vida es mucho más que sólo sueños. Aiden es un joven problemático y desinteresado que debe aprender que la vida no vale nada sin ellos. La historia ha probado que definitivamente no se...