EPÍLOGO

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La lluvia era densa y caía como una cortina de agua

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La lluvia era densa y caía como una cortina de agua. Apreciaba las lluvias de verano. Traían un aroma exquisito a tierra mojada, y sofocaban un poco el calor agobiante que arrasaba en la ciudad.

Aguardaba bajo el umbral de mi casa, protegiéndome de las gotas, y miraba al cielo gris con una sensación de paz y felicidad que nunca antes había sentido. Pensaba en lo mucho que había ocurrido este año. La graduación, el trabajo en Reggie's, el secuestro, Aiden. Todo había resultado en una vorágine intrincada de sentimientos, de emociones, de sueños y pesadillas, que me habían guiado hasta este momento.

Si hacía un análisis general, no me arrepentía de nada en absoluto. Si para llegar a Aiden debía atravesar esos infiernos, lo haría una y mil veces más. Porque ese chico tenía algo único, una luz especial, una calidez arrasante, una ternura enorme, un amor infinito. Al intentar proteger su corazón y ahorrarse el sufrimiento de amar, privó al mundo de su verdadero ser. Ese ser maravilloso que ocupaba cada uno de mis sueños —incluso aquellos en los que seguía despierta—.

Un Audi negro dobló en la esquina, y no necesité ver al conductor para saber quién era. El auto frenó en la entrada de mi casa, y yo corrí a subirme. Entré en el asiento del acompañante lo más rápido que pude, aunque varias gotas ya habían mojado mi cabello y mi blusa.

—Lindo día para conocer tu universidad— soltó Aiden divertido a modo de saludo. Luego, sus ojos se posaron en mis senos, que aguardaban debajo de la camiseta mojada. Él hizo una mueca atrevida, y se mordió los labios. —Bueno, si me recibes así... Creo que debemos hacer una parada antes. —Me guiñó un ojo antes de inclinarse sobre mi asiento y devorarme los labios a modo de saludo.

Solté una carcajada cuando, inadvertidamente, su mano me apretó el corpiño.

—¡Aiden! Alguien nos va a ver— lo reprendí, entre risas. Él se rio también, y volvió a acomodarse en el asiento. —¿Sabes? Podría llevarte yo— le indiqué con un tono de superioridad.

—¡Ja!— soltó con una mueca divertida mientras arrancaba. —Sigue intentando, quizás algún día te diga que sí.

Durante el trayecto yo era la encargada de manejar el estéreo y poner música. Desde que hacíamos noches de karaoke con Jace, teníamos la costumbre de trasladar el hábito al auto y cantar a los gritos. Eso sí, Aiden se negaba a cantar Taylor Swift en público. Siempre nos reíamos de aquello.

No sabía realmente dónde estábamos, yo confiaba plenamente en las habilidades geográficas de Aiden. Por eso, cuando frenamos frente a un edificio, fruncí el ceño.

—Creo que te perdiste— le indiqué mientras miraba por la ventana, buscando alguna señal de algo familiar.

—No— soltó una pequeña risa— Sólo es una pequeña parada antes de seguir. ¿Me acompañas?

Bajamos del auto apurados y corrimos a ponernos a resguardo de la lluvia.

—Si no te pones un buzo, creo que deberé hacerte mía en la parte trasera del auto— soltó con voz seductora mientras volvía a fijar sus ojos en mis senos mojados, y me agarraba de la cadera para acercarme a su cuerpo. Me reí antes de permitirle besarme. —Anda— dijo de repente, concentrándose— Retiramos algo que me pidió mi padre y seguimos.

Ingresamos al edificio, y nos dirigimos al ascensor. Estallé en carcajadas cuando Aiden me acorraló contra una esquina.

—Atrevido, puede haber cámaras.

—Pues que vean— gruñó— Así saben que eres mía.

Rodé los ojos, con una sonrisa, y lo besé. Inmediatamente sentí su dureza, y ahogué un gemido. La facilidad con la que se excitaba estando conmigo era algo que me enloquecía por completo. Se refregó contra mí y me devoró los labios con ansias, hasta que de repente la puerta del ascensor se abrió.

Bajamos, divertidos, mientras me acomodaba el pelo, y nos dirigíamos al apartamento indicado. Aiden se permitió entrar a sí mismo con una llave, y yo ingresé tras él.

El lugar parecía deshabitado, o al menos, no había señales de que alguien estuviera allí. Un leve escalofrío recorrió mi cuerpo.

—Quizás deberías llamar a tu padre— sugerí. —¿Qué te indicó exactamente?— le pregunté a Aiden mientras investigaba el lugar.

—Pues, me envió la dirección, me dio la llave, y me dijo que el apartamento con este número era el nuestro— respondió con voz seria.

Yo incorporaba la información rápidamente mientras observaba el lugar y asentía, hasta que el cerebro me hizo cortocircuito. ¿Dijo "nuestro"? Fruncí el ceño y volteé para mirar a Aiden. De repente, su expresión era tímida, con una sonrisa.

—¿Qué has di...

—Emily— me interrumpió, con claras señales de nerviosismo. —¿Quieres mudarte aquí conmigo?

Solté el aire que no sabía que había estado acumulando. Quedé boquiabierta, sin saber qué decir.

—¿Mudarme?— pregunté, intentando formular una oración que contenga más de dos palabras.

—Es la ubicación perfecta. Queda a sólo diez minutos de tu universidad, y media hora de la mía. Yo te llevaré a tus clases, y mientras tanto podremos vivir aquí... juntos— explicó él. Sus palabras aceleradas, las manos sudorosas, y una mirada cargada de ilusión. —¿Quieres?

Seguía impactada. Era una decisión enorme.

—Por supuesto que quiero— le dije, cayendo finalmente a la realidad, con una amplia sonrisa. Él pareció volver a vivir, me tomó entre sus brazos y me besó con fuerza.

Me depositó en el suelo para llevarme a recorrer el pequeño departamento, mientras me contaba todos los planes que tenía. Cómo haríamos con las clases, cómo podríamos organizarnos para volver a casa los fines de semana para visitar al pequeño Ben y a nuestros padres. Yo lo escuchaba con una enorme sonrisa, intentando asimilar todo lo que pasaba a mi alrededor.

Nunca pensé que podría caber tanto amor dentro de un cuerpo. Y mientras veía a Aiden señalar las habitaciones y ordenar los muebles en su mente, con una amplia sonrisa, no pude evitar imaginar toda la vida que compartiríamos juntos.

FIN


N/A: Bueno, finalmente hemos llegado al final de esta historia. Fue un recorrido hermoso para mí. Este es un proyecto que tenía estancado desde hacía mucho tiempo, y con el que me animé a volver a escribir. 

Quiero darle las gracias a cada persona que me dio una oportunidad y le dio una chance a mi historia. A cada uno de los que votó, comentó y llegó hasta acá.

Agradecerle especialmente a mi hermana, que leyó la historia desde que estaba en lápiz y papel, y nunca hizo más que alentarme a seguir.

Espero que hayan disfrutado de la historia de Aiden y Emily tanto como yo de escribirla. Y espero que siempre se animen a sentir, a amar, a ser felices.

No duden en dejarme comentarios, críticas, opiniones. Los leeré con gusto.

Muchos cariños!


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