Capítulo 18

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El viernes por la mañana no encontraba las energías para salir de la cama

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El viernes por la mañana no encontraba las energías para salir de la cama. Tanto había pasado, que no le veía el sentido a ir al instituto como si nada, de repente las cosas cotidianas como las materias, los exámenes, no parecían tan importantes o tan monumentales como lo eran antes. Decidí tomarme el día, reponerme. Además, temía que esos hombres volviesen a atacarme.

Volví a acurrucarme entre las sábanas y me quedé dormida hasta el mediodía, no había notado lo cansada que estaba. Cuando desperté, lo primero que hice fue revisar mi celular. Ningún mensaje. Un extraño malestar se me alojó en el pecho, había esperado que Aiden me mandase algo. Agradecí haber faltado al instituto, de otra forma, no sabía qué habría hecho al encontrarme con él nuevamente luego de lo ocurrido. La escena se repitió con viveza en mi mente, si cerraba los ojos podía jurar sentir sus labios humedecidos devorando los míos. Recordé su rostro al instante después de besarnos, con los ojos inyectados, la respiración agitada, y el modo en que se acomodaba su cabello. Quería dibujarlo.

Me levanté con renovadas energías, y luego de pasar por el baño, fui hasta la cocina para prepararme algo de comer. Cociné un omelette con jamón, queso, tomate y un poco de albahaca. El aroma ya me había abierto el apetito. Una vez preparado, serví un vaso de gaseosa y subí a mi cuarto, entusiasmada. Acomodé el plato en mi escritorio y me senté en la silla con las piernas enroscadas. Mientras le daba un bocado a mi almuerzo —que, a propósito, había salido exquisito —, me coloqué los auriculares y tomé una hoja en blanco, junto con los distintos tipos de lápices negros. Seleccioné la canción Dangerous Woman de Ariana Grande, que inmediatamente me transmitió la chispa necesaria para ponerme manos a la obra. Comencé a bosquejar la forma de la cara de Aiden, el formato de su cabeza, distribuyendo suavemente los lugares en donde se encontraban sus rasgos. Cada tanto dejaba el lápiz para dar otro bocado.

Me entretuve varias horas tratando de perfeccionar la obra. El esqueleto del dibujo estaba listo, y comenzaba a parecerse a Aiden. Había tratado de captarlo en aquella posición que me había vuelto loca la tarde anterior, su cabeza levemente inclinada hacia la derecha, con esa mirada penetrante y profunda, su mandíbula marcada, filosa, dura, sus cejas oscuras y pobladas enmarcando sus ojos, y su mano entrelazada con su cabello. Guardé la hoja, conforme con lo que había logrado en ese tiempo, pero sabiendo que aún faltaba mucho trabajo para finalizarlo.

Luego de llevar el plato sucio a la cocina y lavar todo lo que había utilizado para cocinar, volví a revisar mi celular. Nada. Quizás aquel beso no había significado lo mismo para él que para mí, quizás simplemente se había dejado llevar y aquello había sido sólo eso: un beso, como los cientos que él daba y recibía, después de todo, estaba más que acostumbrado a estar rodeado de mujeres que se baboseaban por él. Que estúpida, me había convertido en una más. Otra que cae rendida a sus pies. Me insulté a mi misma por haber dejado que eso pasara. Subí nuevamente a mi cuarto y me recosté en la cama con mi computadora, dispuesta a dejar de pensar en Aiden y hacer las cosas que tenía que hacer. Principalmente: buscar trabajo.

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