Capítulo 9

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Al final de la mañana, cuando terminó la última clase, con Emily nos dispusimos a caminar por el pasillo hacia la sala de detención, y sin poder evitarlo comencé a reír a carcajadas

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Al final de la mañana, cuando terminó la última clase, con Emily nos dispusimos a caminar por el pasillo hacia la sala de detención, y sin poder evitarlo comencé a reír a carcajadas.

—¿Qué es tan gracioso?— me cuestionó con mala cara.

—Nunca hubiera visto eso venir— dije entre risas al recordar la situación en el aula de química.

—Eres un idiota— soltó secamente, aunque se podía notar que ocultaba una sonrisa.

Entró primera al cuarto indicado, en el que había dos jóvenes más, y se sentó junto a la ventana. Sin saber por qué, me senté junto a ella. Me lanzó una de sus miradas fulminantes.

—Tienes casi toda el aula vacía. ¿Tienes que sentarte justo aquí?

—Es un país libre.

La escuché suspirar, y sacó un bloc de hojas de su mochila, junto a un lápiz afilado. La luz del mediodía que se colaba por la ventana le daba un aspecto distinto a su rostro. Como celestial. Sus facciones se relajaron completamente al momento que movía el lápiz por el papel, sus ojos tenían un brillo especial al mirar la hoja, y sus pupilas estaban contraídas, lo que resaltaba aún más el celeste de sus ojos. Su pelo estaba alborotado recogido en un rodete, y con la luz del sol parecía más rubio, lo que hacía juego con su tez blanca y sus finos labios rosados. Bajaba sus párpados rápidamente haciendo que sus largas pestañas aletearan.

—Me pone nerviosa que me estés observando tanto, ¿podrías buscar otra cosa para hacer?— dijo sin despegar sus ojos de la hoja, con brusquedad.

Mi teléfono comenzó a sonar y el profesor a cargo levantó la vista.

—Nada de celulares— advirtió.

Miré la pantalla y se me borró la sonrisa.

—¿Qué quieres?— atendí.

—Señor Hawk, he dicho que nada de teléfonos— insistió el hombre.

—Déjeme en paz— le grité al profesor, enfadado.

—Hijo, que bueno poder contactarte— soltó Thomas con el típico ruido de oficina detrás.—¿Estás ocupado?

—¿Qué quieres?— insistí irritado.

—Justamente acaba de surgir una importante reunión, y no podré ir a buscar a Ben a la escuela— había mucho ruido de fondo— Lo siento tanto, yo realmente quería ir, pero dile que se lo compensaré.

—Escúchame bien, Thomas, no me interesa si el mismísimo presidente te va a visitar hoy, le dices que espere y vas a buscar a Ben— mi rabia era superadora.

—Aiden, nadie más que yo sabe cuánto quería ir, pero entiende que no puedo...

—No lo entiendes, ¿verdad?— comencé a presionar el teléfono contra mi oreja— Tienes a una criatura de siete años que promete portarse bien en la escuela, únicamente para que su desgraciado padre lo vaya a buscar una vez— había estado apretando los dientes sin darme cuenta— Si yo tengo que volver a ver su cara decepcionada por tu culpa, te romperé los huesos, ¡con la mano rota y todo!— grité con ira— Sale en media hora— le recordé y sin darle tiempo a réplicas, corté la llamada.

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