Capítulo 31

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Una canción comenzó a sonar al tiempo que comenzaban a aparecer los créditos de la película

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Una canción comenzó a sonar al tiempo que comenzaban a aparecer los créditos de la película. Inmediatamente Emily volteó su rostro para mirarme, con una sonrisa amplia y una expresión de suficiencia.

—De acuerdo— dije asintiendo y tragándome el orgullo— Fue una película estupenda— remarqué. Y realmente lo había sido.

—Te dije que era una joya— explotó Emily con energía. Sarah me dedicó una mirada de "te lo dije" y no pude evitar sonreír.

Había pasado un buen momento realmente. La simple presencia de Emily lograba eso. Ella parecía distendida, divertida, sin rastro alguno de la angustia y oscuridad que la acechaban antes, y me sentí aliviado por eso. Era como si mi único propósito en el mundo fuese hacer que Emily no sufra: no me conformaba con menos.

La veía conversar alegremente con Sarah sobre la película, y no pude evitar pensar en qué pasaría luego del miércoles, luego de la sentencia de la corte. Unos pocos días me separaban de mi destino: una segunda oportunidad o una condena para siempre. Me pregunté que pasaría con Emily si me encerraban. Qué pasaría con nosotros. ¿Acaso había un nosotros? ¿Qué pensaría Emily de mi si me metían en un agujero?. Sentí un vacío en el pecho y no pude evitar pensar en Jace. Quizás, en el fondo, me negaba a aceptar que Jace sería un mejor compañero para Emily. Alguien confiable, estable emocionalmente, seguro, que no iría por ahí buscando problemas. Pero admitir eso era admitir que estaba condenado a arruinar cualquier relación, que estaba condenado a acabar solo, y no podía aceptar eso.

«¿Ni siquiera por el bien de Emily?», susurró mi voz interior.

Quedé helado. ¿Sería capaz de alejarme de ella si mi presencia le hacía daño? ¿Podría renunciar a ella si la perjudicaba?

—¡¡Aiden!!— gritaron ambas mujeres al unísono, lo que me arrancó de mis pensamientos. No me había dado cuenta de lo ensimismado que estaba.

—¿Estás durmiendo con los ojos abiertos?— cuestionó Sarah mientras se acercaba a mi cara. Sonreí cansado. No estaba durmiendo, pero la realidad era que había pasado más de veinticuatro horas despierto, lidiando con la preocupación, el estrés, el intercambio de dinero, la pelea con Jace, la conversación con mi padre, y todo aquello me pasaba factura ahora. Emily pareció percatarse de aquello.

—¿Has podido dormir algo?— preguntó con cierta tristeza, y me avergonzó admitirlo delante de su amiga. —¿Quieres descansar?

La realidad era que tenía bastante con lo que lidiar en los próximos días, pero me rehusaba a separarme de ella. No importaba cuánto ella quisiera fingir que nada había ocurrido, la habían secuestrado, y esos hijos de puta seguían allí fuera, impunes. ¿Quién sabía que más podrían hacer? Mi mente no cesaba de imaginar posibles desenlaces, y en todos Emily terminaba muerta. Un tiroteo en su casa, un nuevo secuestro, un supuesto accidente. Quizás temían ser denunciados, quizás ahora que la deuda estaba saldada decidían deshacerse de ellas, quizás querían dar un mensaje. Y en cada escenario que mi cabeza reproducía, yo llegaba tarde. Siempre llegaba para encontrarla muerta, sin nada para hacer, sin haber hecho nada para protegerla.

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