Capítulo 39

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El mundo entero parecía ir en cámara lenta mientras el Juez hablaba

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El mundo entero parecía ir en cámara lenta mientras el Juez hablaba. Tenía la mirada clavada en el suelo, porque no tenía fuerzas para hacer otra cosa. La espera me estaba aniquilando por completo.

—El joven Aiden Hawk deberá compensar monetariamente a la familia Hastings, con un monto a establecer en audiencia; y además, deberá cumplir con un régimen de supervisión y monitoreo por tiempo indefinido, junto con un tratamiento psicológico.— dijo el anciano antes de golpear su martillo.

El corazón me bajó a los pies, y el llanto se apoderó de mí como a un bebé. Me aferré a Robert como si la vida se me fuese en ello. Era libre. No me encerraron. Volvería a casa. Volvería con mi madre, con Ben. Volvería con Emily.

La busqué con la mirada y la vi junto a Jace, con las mejillas empapadas y una sonrisa enorme. Estaba por saltar las bancas y correr hacia ella, quería abrazarla, devorarle los labios, quería sentirla cerca, quería decirle que la ama...

—¡¡Hijo!!— dijo Thomas mientras me abrazaba con fuerza y me levantaba por los aires. El aire se me escapó de los pulmones con fuerza mientras me estrujaba. —Es el comienzo de una nueva vida— habló eufórico. —Llamaré a Josie, deberá estar volviéndose loca.

Aquel gesto de mi padre, que pensara en mi madre, que antes me generaba rabia, ahora me provocó alegría. Quizás realmente era el comienzo de una nueva vida.

Comencé a caminar hacia donde estaba Emily.

—Ven a casa para festejar, Robert querido— escuché gritar a Thomas mientras marcaba en su teléfono celular.

No llegué a oír la respuesta del abogado, toda mi atención estaba puesta en Emily. Ella saltó hacia mí y yo la recibí con los brazos abiertos. La apreté contra mi cuerpo, como si no la hubiese visto en toda una vida, y la hice girar en medio del pasillo de la sala del juzgado. Ella soltaba risas mezcladas con llanto, y yo no podía romper el abrazo. Había temido tanto perderla, que tenerla de nuevo contra mi cuerpo parecía irreal. Me aterraba abrir los ojos y que fuera un sueño, soltarla y que se desvaneciera entre mis brazos.

—¿Viste?— dijo ella mientras se alejaba unos centímetros para mirarme a la cara. Me acunó el rostro entre sus manos— Te dije que ya habías ganado.

Le sonreí con emoción, y estaba a punto de besarla, cuando por el rabillo del ojo descubrí a Jace. Levanté la cabeza para mirarlo, y la sonrisa se esfumó para dar lugar a una emoción particular. Era una mezcla de tristeza, alegría, melancolía, alivio.

Emily volteó para ver lo que estaba mirando, y luego de tomarme la mano con fuerza, se alejó para dejarme a solas con mi amigo.

—No sabía si vendrías— le dije intentando controlar todas las emociones que revolucionaban mi mente.

—Quería saber si los presos disfrutarían de tu culo o no— respondió con una falsa seriedad.

Escupí una carcajada y Jace sonrió con tristeza. Se hizo un silencio incómodo y mi sonrisa se desvaneció.

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