Capítulo 27

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—Será complicado conseguir esa cantidad de dinero un sábado por la noche, pero déjame hacer unas llamadas— dijo Thomas, con una mirada y un tono calmo

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—Será complicado conseguir esa cantidad de dinero un sábado por la noche, pero déjame hacer unas llamadas— dijo Thomas, con una mirada y un tono calmo.

Asentí levemente con la cabeza, sorprendido del intercambio que habíamos tenido. Él comenzó a ingresar nuevamente a la sala.

—Thomas— solté, logrando que se detenga en el ventanal y me dirija la mirada. — Gracias— lo miré a los ojos, con verdadera gratitud. Él me sonrió de una forma paternal que jamás había tenido antes, y luego ingresó a la sala con el teléfono en mano.

Miré hacia el suelo durante unos segundos, intentando recomponerme, antes de ingresar tras mi padre y enfrentar las preguntas de mi madre. Cerré los ojos, y respiré con profundidad, repitiéndome una y otra vez que todo estaría bien, que todo terminaría pronto. Se me dibujaban imágenes de Emily siendo raptada, siendo cargada contra su voluntad, incluso siendo maltratada o golpeada. La imaginaba luchando, gritando, resistiéndose. Apreté mis puños cuando varias lágrimas se escapaban por mis ojos. Si no la hubiese dejado sola, nada de eso habría ocurrido. Me habría enfrentado con diez hombres con tal de protegerla, aunque eso significase terminar con todos los huesos rotos.

Abrí los ojos cuando escuché movimiento extraño al interior de la casa.

—No creo que sea buen momento— oí decir a mi madre, segundos antes de que Jace apareciera en el jardín.

—Hermano— dijo con ímpetu y una gran sonrisa, y quedó paralizado cuando me vio.— ¿Qué ocurre?— su expresión y su tono se tornaron serios.

—¿Qué hay Jace?— le estreché la mano— ¿Qué haces aquí?

—¿Qué hago aquí?— repitió Jace con ironía— Vine porque desde ayer que no me respondes los mensajes. ¿Qué ocurre?

—He estado ocupado.

—Ocupado— repitió él con una sonrisa incrédula en el rostro.— Estás actuando raro. ¿Qué has estado haciendo? Casi ni sé de ti desde el viernes, no has querido salir, has ignorado mis mensajes, y ahora te encuentro así— me miró por unos segundos, en los que no formulé palabra— Incluso te han quitado el yeso, y ni me he enterado. ¿Cuándo pasó eso?

Me miré la mano derecha, de aspecto extraño, y me mordí el labio inferior, en un intento de controlar mis emociones, y buscar las palabras correctas.

—Tienes razón, lo siento— acepté, con la voz suave.— Me han quitado el yeso hoy. Mamá ha tenido un accidente y hemos ido al hospital.

—Oh, no sabía. ¿Está bien?

—Sí, sí, ha sido sólo un susto.

—Lo siento, hermano— dijo él con franqueza.— Creía que me habías estado ignorando— sonrió.

Guardé silencio unos segundos, buscando las palabras exactas para decirle lo que quería.

—La realidad es... que he estado viendo a alguien— no entendía porqué contarle a Jace sobre Emily me costaba tanto. Era como si quisiera mantenerlo privado, propio, secreto. Pero, teniendo en cuenta las últimas circunstancias, y lo que crecía dentro mío cada vez que la veía, creía que era momento de decírselo.

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