No podía dejar de contener la sonrisa que se me dibujaba en el rostro. Una cita. Una maldita cita con Aiden Hawk. Contuve las ganas de dar saltitos por la calle. Me subía color a las mejillas de tan solo pensar en el beso que compartimos en el auto, y eso que no tenía ni punto de comparación con el que compartimos en mi habitación. Era tan extraño. Las palabras de Sarah volvieron a mi mente: "sí, antes odiabas al chico, pero ahora te vuelve loca. Acéptalo". Me ganaría el premio a la más terca y testaruda del mundo si no aceptaba que Aiden me volvía loca. ¿A quién quería engañar? Si ante la más mínima mirada ya me tenía temblando. Si la más leve de sus caricias provocaba cortocircuitos en todo mi cuerpo. Si el más pequeño roce de labios me hacía flotar en el aire.
Por la tarde, abandoné mi casa para dirigirme al local de Reggie's, y ni bien puse un pie en la acerca, la sensación de tranquilidad que tenía se esfumó. Comencé a caminar con pasos acelerados, intentando no pensar demasiado, pero el sentimiento amenazador del miedo me comía los talones. Sentía a mi corazón palpitar con fuerza, como si se estuviera preparando para huir despavorido, y sentía la respiración pesada y agitada. Sin poder evitarlo, comencé a mirar por encima del hombro, teniendo la horrible sensación de que había alguien siguiéndome.
Prestaba especial atención a los detalles de la calle. Personas a las que acudir por ayuda, locales abiertos donde poder esconderme, calles concurridas. Apuraba el paso, sintiendo que de esa forma estaría más a salvo. Así fue cómo ingresé al local, con el paso ligero, y volteando hacia atrás. No me di cuenta de los rostros espantados de mi jefe y de mis compañeros hasta que los tuve al lado.
—Buenas...— saludé con una sonrisa fingida, al tiempo que fruncía levemente el ceño.
—Emily— lanzó Reggie con expresión preocupada. —¿Qué te ha ocurrido?
Estaba tan ensimismada que había olvidado por completo el evidente moretón estampado en mi mejilla.
—Oh, esto— me señalé la cara, jadeando un poco, intentando recobrar el aliento, y de paso dándome tiempo para inventar una explicación. —Han intentado asaltarme el otro día— mentí. —Ha sido un momento horrible, pero ya me sobrepuse.
—Qué terrible— soltó mi jefe. —Puedes tomarte el día si quieres, Emily, no es necesario que trabajes hoy.
Le dediqué una sonrisa y una expresión de lo más tranquilizadora posible.
—Te lo agradezco mucho, Reggie, pero ya estoy aquí, ¿no?— comencé a colocarme el delantal del lugar. —Además, me viene bien la distracción.
—De acuerdo— aceptó el hombre resignado antes de alejarse hacia el mostrador.
Tyler e Isabelle, por otra parte, no se veían tan convencidos. Se miraban entre ellos con expresión seria y luego me volvían a examinar. Yo por mi parte, intenté ponerme a trabajar lo más pronto posible, con una fina capa de sudor que bañaba mi frente, intentando tapar la horrible sensación de desprotección y fragilidad que me envolvía.
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Olvida el mundo
Ficção AdolescenteEmily es una talentosa dibujante que está por descubrir que la vida es mucho más que sólo sueños. Aiden es un joven problemático y desinteresado que debe aprender que la vida no vale nada sin ellos. La historia ha probado que definitivamente no se...