Emily es una talentosa dibujante que está por descubrir que la vida es mucho más que sólo sueños.
Aiden es un joven problemático y desinteresado que debe aprender que la vida no vale nada sin ellos.
La historia ha probado que definitivamente no se...
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Con la sensación de sus labios aún sobre los míos, observaba su espalda mientras lo veía marcharse apurado. Trataba de procesar todo lo que había ocurrido esa tarde. Odiaba admitir lo guapo que se veía, con el cabello oscuro enmarañado, aquella remera blanca que le iluminaba más el rostro, y sus pantalones cortos que dejaban al descubierto parte de sus muslos, las gruesas rodillas y las marcadas pantorrillas. Cuando me llegó su mensaje la noche anterior, había aceptado ir al encuentro por mera curiosidad, Aiden jamás había actuado de esa forma conmigo— y no podía negar que me atraía—, quería ver qué tenía para decir.
Quedé casi atónita cuando vi el gesto que tuvo de llevarme una bebida, y más cuando noté lo nervioso que estaba. Rememoré sus palabras, y la forma en que agachaba la cabeza. Sentí un cosquilleo en el pecho cuando el sonido de su risa se reprodujo en mi mente, y la visión de cómo entrecerraba los ojos y mostraba ampliamente los dientes cuando se reía. Me había parecido ver un pequeño hoyuelo en su mejilla que me derritió, aunque bien podría haber sido una ilusión mía, o del radiante sol que se posaba sobre su rostro.
Trataba de recordar en qué momento la conversación se desvió tanto como para acabar besándonos nuevamente de la forma en que lo hicimos. Sonreí al recordar el momento, y tomé mi celular al tiempo que le daba otro sorbo al frapuccino, que estaba delicioso, por cierto.
Sarah me había pedido encarecidamente que la llame ni bien terminaba —lo que ella llamaba— la cita. Le había repetido quinientas veces que no era ninguna cita, sin hacerla entrar en razón.
—¿Ya acabó? ¿Tan pronto?— fue lo primero que dijo al teléfono con la voz chillona.
—Oh por Dios— me reí ante la energía de mi amiga. Si bien no nos veíamos hacía varias semanas, puesto que ella tenía múltiples evaluaciones en la universidad, nos manteníamos en contacto diario por mensajes y llamadas.—Cálmate, por favor—le indiqué entre risas.
—Cuéntame todo— soltó mi amiga con ansiedad.
—Bueno, pues... él se disculpó por haberse comportado como un idiota— comencé intentando controlar la emoción en mi voz— Incluso se disculpó por haberme arruinado los dibujos aquella vez en el instituto— recordé.
—Oh— suspiró Sarah con un tono tierno— Comienza a agradarme cada vez más.
Rodé los ojos ante aquella frase, mientras me reía. Sentí una opresión en el pecho cuando noté que aquel dicho se aplicaba también a lo que yo estaba sintiendo. ¿Me agradaba Aiden Hawk? ¿Cómo había ocurrido eso?
—¿Y luego qué?— insistió mi amiga con impaciencia ante mi silencio.
—Y luego...— mi voz cambió de tono al recordar la escena— nos besamos— solté sin más, sin poder contener la enorme sonrisa que se me dibujó en el rostro.
—¡AHHH!— pegó un grito agudo de celebración al otro lado de la línea.
—Pero luego lo llamaron por una urgencia que tuvo su madre y se tuvo que ir— le relaté preocupada.