Olvida el mundo. Parte de la angustia que se había adueñado de mi alma, se esfumó para concentrarse en él. Aiden. "Sólo estamos tú y yo" había dicho, con una dulzura y una calma tan poco característica en él, que hizo que me eche en sus brazos. Aiden me recibió con firmeza, estrechándome contra su cuerpo, en un intento de contenerme y absorber cualquier resto de tristeza o malestar. Cerré los ojos, sintiendo como si flotara, intentando seguir su consejo y olvidarme de todo por un momento. Y estando allí, entre sus brazos, sintiendo el latido de su corazón contra el mío, sus fuertes manos sobre mi espalda, parecía funcionar. Quién hubiera dicho que acabaría de esa forma, siendo confortada por Aiden Hawk, sintiendo cosas por Aiden Hawk. Porque era estúpido negarlo, me pasaban cosas con él. Más aún luego de la escena vivida unos instantes antes en la habitación. Me sonrojé al recordar la situación, y agradecí que no pudiera verme.
Me había besado por primera vez con un chico cuando tenía quince, fue en unas vacaciones en la playa, había sido aquello que llaman amor de verano; y luego no había tenido muchas más experiencias. Recuerdo que aquel beso me había gustado, me había provocado cosquillas en el estómago, había sido dulce y delicado, pero no tenía ni punto de comparación con los besos de Aiden. Él lograba equilibrar la dulzura y la pasión de una forma exquisita, era hábil para moverse, para tocarme, sabía dónde acariciar, dónde besar, dónde apretar, lo cual me había provocado cosas que nunca antes había sentido. Un instante de amargura se instaló en mi cuerpo al pensar que Aiden era extremadamente hábil con su cuerpo por la extensa experiencia que había tenido con otras mujeres, lo cual no era ningún secreto.
—¿En qué piensas?— susurró él, despertándome de mi ensueño.
Me incorporé, rompiendo el abrazo, sintiéndome vacía de repente, deseando volver a sus brazos en ese mismo instante. Inspiré fuertemente por la nariz, distraída por el exquisito aroma que había invadido la habitación.
—Ahora, en lo hambrienta que estoy— admití. Ni bien dije aquello, mi estómago rugió, y no pude evitar soltar una débil risa ante el sonido.
Aiden se puso de pie, y me tendió una mano para ayudarme, al tiempo que me miraba con una leve sonrisa en su rostro. La tomé con firmeza antes de quedar parada a su lado. Salimos del baño, e hice una parada rápida por mi cuarto para ponerme un pantalón antes de bajar a almorzar. El remerón blanco era lo suficientemente largo como para parecer un vestido, pero por algún motivo me incomodaba que mi madre me vea tan suelta de ropa frente a Aiden. Opté por unas calzas cortas que se ceñían a mis piernas hasta las rodillas, y me dirigí hacia la cocina, con Aiden a mis espaldas.
—Veo que ya han sentido que la comida está lista— dijo mi madre cuando nos vio aparecer. Se la notaba más relajada, como si ocupar su mente en la comida le hubiera dado algo con lo que despejarse y sentirse útil. También se la notaba más cómoda conmigo, al verme más arreglada y tranquila, y no toda golpeada, sucia, angustiada.
—Huele increíble— admití, soportando a duras penas el dolor de estómago.
La mesa estaba puesta para tres. Una leve sonrisa me cruzó el rostro al verlo. Daba por sentado que el muchacho se quedaría a comer, pero... ¿Aiden Hawk almorzando en casa con mi madre?
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Olvida el mundo
Teen FictionEmily es una talentosa dibujante que está por descubrir que la vida es mucho más que sólo sueños. Aiden es un joven problemático y desinteresado que debe aprender que la vida no vale nada sin ellos. La historia ha probado que definitivamente no se...