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Tras el paso del tiempo en Lorien, habia saciado parte de sus preocupaciones e incomodidades.

Sabia hablar elfico, Rohirim, legua de los enanos y lengua negra.

Un año había pasado estudiando sobre ello y compartiendo con los Reyes, ellos eran completamente diferentes a lo que imaginó.

La dama Galadriel quien parecía no sonreír aveces y solo aveces se hechaba unas risas hermosas y escandalosas, El Rey Celeborn apesar de verse serio era tan cariñoso y amoroso, y aveces un poco gracioso.

Un par de días atrás Gîlthiel les llamó,  Iône y Adar, respectivamente. Ellos la llamaron Hija.

En la colonia encontró al elfo que había viajado desde Gondor en compañía de los otros señores y en compañía de ella, justo hace un año, este elfo se había quedado pues ahí es su hogar.

Elí se convirtió en alguien especial para ella al igual que Genîn. Los dos la acompañaban a pasear por todo el bosque.

Pero habia alguien en especial que le cuidaba como un hermano cuida a su hermana. Haldîr, un joven elfo en la guardia de Lothlorien, el le enseñó parte de los movimientos que la comunidad elfica realiza en el Reino.

Siempre le regañaba cuando ella actuaba sin pensar pues en dos ocasiones salió lastimada debido a ello.

Ambos caminaban lado a lado, Gîlthiel tratando de no reir al ver al elfo sonreir incomodo a las elfas que se clavan mirandolo.

—Borre esa cara de manzana en descomposición —le regaño Haldîr suavemente— arrugada y fea.

—Por que no simplemente corteja a una y ya —preguntó.

El no respondió sólo apresuró el pasó para luego saltar hacia el suelo sujetandose de gruesas lianas.

Gîlthiel le siguió y el la recibio tomando su mano.

—Unirme a alguien, no esta en mis planes —exclamó finalmente— soy feliz cuidando de mis reyes y mi media elfo.

Ella sonrió con cariño, sabia que se referia a ella.

—¿Quieres jugar ese bobo juego de la manzana hasta llegar a la frontera? —preguntó Haldîr.

—¿Manzana?, esta vez será diferente —exclamó dejando salir un bostezo, con eso le dejó en claro al elfo que ella no dormia desde un par de meses atrás.

Pronto se dormiría y pues como no era una auténtica elfo con sus virtudes vivas, no resistiría como todos en la colonia.

Su respiración se cortó y ella llevó la mano a su pecho. Se habia mareado, era hora del descanso.

|°…

Despertó sobre una rama, recargada contra un árbol.

Delante de ella se encontraba Haldîr sentado. Ese joven Haldîr.

Tenia sesenta y dos años, habia adoptado esa forma joven luego de la imagen adulta. Era un proceso, estaría asi hasta que quisiera, podia ser para siempre incluso

Ya lo conocía, sabia lo que le gustaba comer y sus días favoritos para cazar en las afueras del bosque, cazar trazgos.

—Algun dia te veré y recordaré que siempre me has cuidado como si fuera tu hermana —habló con melancolía— incluso aveces me da miedo de lo que serías capaz de hacer por cuidarme. Incluso aveces he llegado a creer que tu cariño es algo mas fuerte —.

Haldîr sonrió.

—Amor, si es amor pero uno bueno, un amor de sangre —contestó— hay un destino, una razón y la mia se fue a tu edad —suspiró— se llamaba Haîren, tenia el cabello dorado y ojos grises, era mi hermana y yo no pude protegerla.

Habian momentos como ese, en que las verdades florecian en confianza y en dolor.

—Salimos esa tarde a pasear lejos de la frontera, le propuse vigilar un grupo de trazgos que cruzaban en dirección al sur, pero de un momento a otro la miré y tenia una flecha clavada en su pecho, justo en su corazón —.

Gîlthiel no dijo nada solo se escabulló hasta acercarse a el y abrazarlo.

—|°…

Hyellen.

ELVESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora