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Habían pasado cinco años desde el incidente en el bosque verde y desde aquel entonces, todo cambió.

Las montañas de Dol Guldur habían refugiado a la oscuridad. Cuando esta misma salió de su cause, aparecieron enormes arañas las cuales descendieron al bosque, ahí se expandieron y lo enfermaron.

La fauna fue destruida en su mayoría y la vegetación se consumió en polvo, los árboles antes verdes ahora sus tallos eran oscuros y sus hojas eran naranja en clara señal de enfermedad.

Gilthîel y el mago Radagast se habían quedado aún estando el bosque infectado, pero casi al tercer año Gilthîel viajó a Lorien y de ahí no regresó.

Ella nunca quiso abandonar al mago, simplemente fue algo que no esperaba pues le había sido encomendada otra misión. El tercer año había iniciado su entrenamiento y se había unido a la compañía de la Reina, aún manteniendo en oculto su unión con los líderes del reino.

Cuando su entrenamiento avanzó ella se convirtió en una elfo ejemplar, en coraje, valentía y fuerza. La guardia la consideraba importante.

Cuando los acontecimientos de la profecía de los enanos llegó al momento justo de ser cumplida, inició el viaje.

En compañía de la Dama Galadriel llegó a Rivendell, donde fue presentada en secreto con los líderes del Reino como la ahijada de la Dama y el rey Celeborn.

—¿Esperas algo importante detrás de esa puesta de sol? —preguntó la Dama colocándose al lado de la elfo.

—No lo espero, yo sé que vendrá inesperadamente y también se que lastimará a muchos —.

Galadriel suspiró y miró a su sobrina a los ojos.

—Lo he visto, he visto sus garras, las espadas y flechas afiladas —dijo y vaciló unos segundos entre sus palabras— están listos para evitar que la profecía se cumpla.

Concluyó y abajo se escuchó una voz. Gilthîel sintió su sangre helarse pero no lo demostró, ya habían llegado.

Entonces Galadriel abandonó a su sobrina en el balcón y caminó a sus aposentos.

—✧—

La luna de esa noche alumbraba vivamente el salón de la estrella del atardecer.

Arwen miraba por el balcón en silencio mientras escudriñaba en su mente la conversación que había tenido con la ahijada de Lady Galadriel.

—¿Estas segura? —preguntó nuevamente.

Gilthîel terminó de arreglar su largo cabello y caminó hasta posicionarse tras ella.

—Ya no viene al caso recordarlo, déjalo atrás Arwen, pasó hace cinco años —.

Arwen la miró fijamente como queriendo saber si realmente la joven se mostraba segura y no encontró dudas en ella.

—Me atrevo a preguntar por que conocí a Legolas y jamás lastimaría a nadie de su misma raza —.

Gilthîel suspiró y cerró los ojos un segundo.

—¿No te he mostrado ya la marca que me ha dejado?, Lamento haberlo dicho Arwen y lamento que no me creas —guardó silencio unos segundos— mi partida está decidida, no temo encontrarlo de nuevo.

Ninguna dijo nada más y simplemente dejaron que la brisa jugará con sus cabellos. Mientras sostenían la mirada entre ambas.

—Llegó el momento —.

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