Capítulo cincuenta y dos

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La maldición seguía en ella, Nenîa la mantenía despierta pero no evitaba que su cuerpo estuviese muriendo poco a poco, si se lo sacaba de su dedo sentía aquel horrible embrujo.

Limpió la sangre que tenia en las manos y lavó su boca, pronto aquel dolor volvió y de su nariz salió sangre de nuevo, se quejó y llevó sus manos a su abdomen, pues no había sitio que no le doliera. Se miró al espejo y limpió la sangre.

-Naêni -escuchó la voz de Legolas fuera de el sitio donde se aceaban- ¿Puedo pasar?.

-Espera Irnîn me -se apresuró a limpiarse con agua y seguido derramó el agua roja por la ventana, colocó a Nenîa en su dedo anular mano izquierda y suspiró con fuerza, puso su mejor sonrisa y abrió la puerta donde se abalanzó sobre su esposo y lo abrazó con fuerza.

-El desayuno está...

Una Genîn muy agitada abrió la puerta y miró a ambos.

-Disculpen -exclamó cansada- los mellizos hicieron un desastre en el comedor y se han escondido para no ser reprendidos pero, no sabemos donde.

Al escuchar aquello ambos padres se separaron y corrieron a fuera seguidos de la joven.

-¿Preguntaste con la guardia? -preguntó Legolas mientras corrían.

-Si, sabemos que no han salido de aquí -respondió entonces Estrella y Hoja Verde se detuvieron.

-Por favor pide que no limpien nada del desastre, iremos a por ellos, ya sabemos donde están -respondió Gîlthiel, la elfa asintió y corrió.

Genîn era ahora la lider del reino de Lorien, desde un año atrás luego de la muerte de Elí pero estaba en Eryn Lasgalen por que ahí se encontraba la que antes habia sido su princesa y ahora deceaba ver a los que ella considera sobrinos.

Legolas sonrió a su esposa y la acorraló contra la pared.

-Esos hijos mios -exclamó mirando los labios de su esposa.

-Dirás nuestros -corrigió ella antes de dejar un corto beso en la mejilla de este- Amores -canturreó.

La risa de uno de los pequeños hizo eco en el pasillo y Legolas miró a su alrededor, su boca abierta que luego formó una sonrisa cautivó a su princesa.

-Aldaron, Aixa -canturreó el príncipe de nuevo a sus hijos y los escuchó reir de nuevo, acercó su frente a la de su esposa y luego a sus labios.

Pero al instante sus pequeños salieron de una habitación, llenos de restos de comida, Legolas río y los atrapó uno en cada brazos mientras jugaba a ser el monstruo que debora a los niños traviesos. Gîlthiel río mirando a su príncipe jugar con sus hijos, al final se acucliló frente a ellos.

-¿Que hicieron? -preguntó este, los niños mirando el piso mientras con sus pequeños labios formaban un puchero- ¿Aixa?.

-Perdón Âdar, solo queriamos comer un poco de las tortillitas de trigo y manzana que estaba sobre la mesa -la niña jugó con sus deditos.

-Pero cuando tiramos del mantel de ceda, todo se vino sobre nosotros -concluyó el pequeño Aldaron. Gîlthiel se imaginó verlos asiendo aquello y se sintió triste, se acuclilló frente a ellos.

-¿Por que no le pidieron a su tia Genîn? -exclamó y los niños solo se dedicaron a mirarla- ay mis amores -besó la mejilla de Aldaron y luego la de Aixa y la tomó en brazos- no vuelvan hacerlo por favor, si quieren algo busquen a alguien que los ayude, ¿Si?.

-Si Iône -respondieron ambos mientras Legolas cargaba a Aldaron.

-Limpiaremos juntos -exclamó Legolas- no vuelvan a esconderse en el cuarto de el abuelo, asustaron a todos -los niños abrazaron a sus padres- ¿El abuelo estaba con ustedes?.

-Claro que si -exclamó este saliendo de su habitación- yo los traje aquí -como siempre- además son princesa y príncipe no tenían por que seguir en la suciedad.

-Âdar, no les metas ideas en la cabeza -exclamó Legolas y luego de un par de segundos rieron.

-Tu eras exactamente igual -recriminó a su hijo- a excepción que tu te embarrabas en lodo.

Gîlthiel lo miró y sonrió.

-De cualquier manera ellos deben entender que esta mal hacer desastres y no arreglarlos -exclamó la joven.

-Tienes razón, o crecerán como Legolas, esperando que otros resuelvan sus problemas -exclamó el rey y Legolas lo miró indignado- es broma, mi hijo siempre ha sido independiente a mi y estoy orgulloso.

Legolas sonrió. Al cabo de unos minutos estaban frente a el desastre, comida embarrada en todos lados.

Las sirvientas del rey miraron como este se acercaba a quitarles los paños para luego sacarse la capa y arrodillarse con su nuera, hijo y nietos, ayudando a recoger todo aquello.

Aldaron y Aixa estaban recogiendo con sus pequeñas manitas.

Al caer la tarde el sitio estaba reluciente y la familia real muy sucia y cansada.

-¿Vamos al río? -preguntó Legolas y su padre negó, sus pequeños asintieron y corrieron hacia afuera tirando a sus padres de las manos.

Una vez fuera Aldaron montó con Legolas y Aixa con Gîlthiel, viajaron a paso lento hasta sus destino, donde se limpiaron y jugaron por varios minutos.

|°...

-¡Corre amor, sacalos de aquí! -Legolas miró a Gîlthiel desde el árbol en el que se encontraba y negó- por favor -Legolas curvo sus labios muy triste, cerró los ojos con fuerza.

-No, vámonos aun tenemos tiempo -volvió a saltar al suelo y con dificultad tomó la mano de esta- suelta sus riendas podrán irse, será mas rápido si vamos por los árboles.

Gîlthiel asintió y liberó a los caballos, seguido tomó a Aldaron y juntos saltaron entre los árboles, las flechas volaban tras ellos hasta que hubo un cruce esta vez viajaban de frente a ellos pero eran flechas elficas.

Ambos esposos escapaban de un gigantesco grupo de Uruks y Orcos los cuales eran liderados por una chica a la cual Gîlthiel conocia perfectamente.

No era suficiente para detenerlos, Legolas lanzó con fuerza a la pequeña Aixa la cual voló por los aires mientras reía antes de tocar una rama fue sujetada por su abuelo quien saltó sobre el gigantesco Alce.

Legolas miró a Gîlthiel, estaba por lanzar a Aldaron con Thraundil pero este empezó a ser perseguido por huargos y sus jinetes.

Uno de aquellos Urucks se lanzó desde más arriba en dirección a Gîlthiel, esta lanzó a Aldaron el cual se río y ella empezó a luchar con la bestia, Legolas corrió mas rápido y se impulso para luego saltar.

Una vez en el aire lanzó una flecha atravesando al oponente de su esposa y guardo sus armas rápidamente para atrapar a su pequeño.

Esta era la declaración de guerra.

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