Capítulo 50: ser de piedra

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-Esto no termina de convencerme.- Me miré en el espejo de la habitación de Max mientras él terminaba de enderezarme el lazo que caía por la mitad de mi espalda.

El conjunto que llevaría hoy para el programa sería un vestido que la parte superior era de color negro y que, a partir de la cintura era blanco. El corte del vestido quedaba por encima de mis rodillas e incluso cuando estaba quieta daba la sensación de movimiento. En cambio, la parte negra de mi vestido se ajustaba a mi silueta y tenía un escote con forma de V. Los tirantes del vestido se alargaban hasta cruzarse por mi espalda y terminándose de unir por los laterales. Y como había mencionado anteriormente un lazo -también negro- justo en el centro del cruce de mis tirantes descansaba con elegancia.

Llevaba mi pelo recogido en una coleta alta para que se apreciara los detalles del vestido y unos tacones que me hacían diez centímetros más alta. Poco maquillaje tal y como le gustaba a Axel y como siempre el collar que él me había regalado.

-Supongo que tendrás que tener una conversación con Leo. Hasta entonces es normal que las cosas no te encajen.

-No estaba hablando de Leo.- Dejé de observar mi vestido y miré a Max, quién también había dejado de prestar atención a su obra de arte para mirarme directamente a los ojos.- Hablaba del vestido.

-Deja mi vestido en paz. Es perfecto.

-Creo que el problema soy yo. No sé porque sigo yendo al programa.

-¿Es que ya te has olvidado de tu chico de hielo?- Se burló Max mientras señalaba el copo de nieve que colgaba de mi cuello. Noté como él intentó arrancarme una sonrisa, pero no lo consiguió.- Está bien. ¿Qué es lo que ha pasado entre vosotros para que ahora vengas con que no quieres ir al programa cinco minutos antes que venga a buscarte el taxi? Pensé que la cita había sido un éxito y que todo estaba bien entre vosotros.

-Lo está y no estoy diciendo que no quiero ir al programa. Allí me tratan genial y estoy deseando ver a Axel, pero…

-¿Ha sido la llamada de Leo la que te está rompiendo los esquemas, cierto?- Asentí con mi cabeza.- ¿Qué sientes por ese chico, Carol?

-¿Por Leo?

-Sí, ya sabes: extronista de ojos castaños, pelo oscuro y sonrisa jodidamente sexy. Ese Leo.

-Pues…- Sin darme cuenta produje un silencio tan largo que pude escuchar mi propia respiración.- No lo sé.

-¿Y por Axel?

-¿A qué vienen todas estas preguntas?

-Estoy intentando que reflexiones sobre tus sentimientos. Yo que tú, aprovecharía. No todos los días estoy dispuesto a malgastar mi tiempo hablando de ese idiota y menos de tus sentimientos tan ñoños.

-Quiero a Axel.

-¿En qué contexto?

-¿Qué quiere decir “en qué contexto”?- En esos momentos Max estaba consiguiendo irritarme, aunque en parte creo que lo que estaba intentando hacer es alterarme, para que dejase de pensar tanto y liberase mi inconsciente, donde se esconden nuestros deseos más reprimidos.

-Quiero a Axel solo para mí. Quiero a Axel lejos de Erika. Quiero a Axel para que limpie mis zapatos en ropa interior. Quiero a…

-Vale, Max. Lo capto. Mira, no sé qué está pasando con Leo estos últimos días. Al principio me pareció un chico atento, luego que solo quería aprovecharse de mí por la fama o porque quería que entrase en su colección de “las chicas de una noche”. Pero ahora, con todo lo que ha hecho por mí, me da la sensación que él no quiere acercarse a mí por ninguna de estas cosas.

El diario de una pretendientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora