-Estoy bien, mamá.
-No me hace falta verte para saber que eso es mentira.
-Lo digo en serio, mamá. Me está yendo muy bien pasar unos días en casa de Max. Él me obliga a salir todos los días de compras y he ido como su ayudante al sitio donde trabaja. He conocido a gente nueva que no ve el programa y que no me recuerdan lo penosa que he sido. Así que estoy bien.
-No vuelvas a decir eso, Carolina Blanch.- La voz de mi madre pasó a ser dulce y delicada a ser fría.- Lo que has hecho tú no es hacer el pena. Es luchar por amor y ese tipo de batalla es la más dolorosa y hermosa que puedes librar ¿entendido?
-Tengo que dejarte, mamá. Max y yo vamos a salir a correr.
-Está bien. Te quiero y si necesitas cualquier cosa ya sabes dónde te espero.
-Gracias, te quiero, mamá.
Y colgué. Había odiado comportarme de una forma tan seca con mi madre, pero después de sus palabras el nudo en mi garganta había aumentado y las lágrimas en mis ojos habían vuelto aparecer. Me quedé apoyada en la pared del vestíbulo junto al lado del teléfono mientras las gotas saladas se deslizaban por mi mejilla. Noté el pinchazo en mi pecho mientras el vacío se intensificaba. Hacía tanto tiempo que no lloraba por amor que me había olvidado lo doloroso que era.
-Ey...- Escuché la exclamación de mi amigo y al siguiente momento sus brazos rodearme. No le correspondí el abrazo a Max, solo quería ser abrazada en silencio y que las lágrimas se secasen por si solas. Pero eso nunca pasaría teniendo a Max cerca de mí. Él secó mi rostro e hizo que nuestras miradas se conectaran.- Tienes que dejar de llorar por ese capullo. Sé que solo ha pasado una semana y los sentimientos están a flor de piel, pero... tienes que pasar página. Y de hecho conozco un chico hetero que es muy guapo y qué está soltero.
-No quiero conocer a nadie nuevo.
-No te estoy diciendo que te líes con él, Carol. Solo te estoy pidiendo que salgas de casa y que te relaciones. No comes, no sales a correr y encima mientes a tu madre sobre lo bien que llevas tu ruptura con el innombrable ¿y encima quieres qué vea como mi amiga llora por las esquinas y que me quede cruzado de brazos? Lo siento, señorita Blanch, pero no es el estilo de Maximiliano.
-El programa va a comenzar.- Susurré con la mirada cabizbaja.- ¿Podemos verlo juntos?
-¿Para qué?- Espetó Max.- Ya hemos visto el programa en que tú saliste y los dos últimos donde hemos visto como el programa ha dejado que Axel continúe con su trono y donde Jairo ha dejado su trono.
-Hoy estrena un chico nuevo el trono, quiero verle.
-Tienes razón.- Dijo Max mientras ambos nos dirigíamos al comedor.- Se te da fatal mentir.
Los dos nos sentamos en el sofá del comedor y encendimos el televisor. Max fue a preparar dos sándwiches para merendar, pero yo solo le di dos mordiscos a mi bocadillo. El estómago se me había cerrado y eso podía notarlo en mi aspecto cada vez que me miraba en el espejo. En una semana había perdido dos quilos y medio y eso a Max le tenía muy preocupado y ambos teníamos discusiones por qué yo no era capaz de terminarme un plato de comida en condiciones. No me gustaban esas situaciones, pero no podía hacer nada por evitarlas.
El programa empezó y mis nervios se dispararon cuando la presentadora dio entrada a mi extronista. Axel entró por el fondo de plató y la gente le aplaudió como de costumbre. Él se sentó en su trono justo al lado de la silla blanca de Maya. La presentadora le preguntó cómo estaba y él se encogió de hombros.
-Impaciente por saber quién es mi nuevo compañero de trono.
-Que rápido olvidamos a los amigos.- Susurró Maya y eso hizo que el rostro de Axel se tensara.
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