-Sigo sin entender por qué narices no puedes dormir en su piso. Encima que le haces el favor de defender lo indefendible.
-No puedo dormir en su piso porque solo hay tres camas y comparte piso con dos chicas que conoció gracias al programa. Y sobre lo otro, no creo que sea para tanto.
-Engañó a una de sus rivales sobre la hora de la cita para que le diera plantón a su tronista y la echasen del programa. ¿Te parece poco?
Dejo de pintarme los labios con mi brillo y miro el reflejo de Max en el espejo del vestíbulo de su modesto piso. Tiene el pelo revuelto y está cruzado de brazos, apoyado en la pared observándome con desaprobación. Viste una camisa de tirantes negra que deja ver parte de sus costados y pectorales. Unos pantalones grises con apariencia de ser cómodos y unas chanclas de estar por casa. Y por supuesto, sus gafas negras de pasta que lo hacen todavía más sexy. Sigo pensando que este chico incluso poniéndose una bolsa en la cabeza sería guapísimo.
-Sigo sin entender muy bien cómo funciona ese programa.- Me sincero finalmente cuando mi amigo no deja de escrutarme con sus inquietantes ojos avellana.
-¡Ajá! ¿Lo ves? No deberías de ir. Me duele el dedo gordo del pie derecho y ya sabes que eso significa que algo malo va a pasar.
-No puedo dejar tirada a Erika. Es mi mejor amiga desde que éramos dos crías.
-Adorable. Dame un minuto para que vaya al baño y vomite el desayuno.
-Está bien, Maximiliano Hernández.- Me volteo sobre mis tacones (los únicos que tengo) y me cruzo también de brazos en frente de él.- Dame tres argumentos defendiendo tu afirmación sobre mi ausencia en el programa para defender a Erika y lo haré.
-Argumento numero uno: vas a salir en televisión y para eso vas a tenerte que poner delante de una cámara, cuando tú, odias las cámaras.
-No las odio. Solo soy una chica que no es adicta a hacerse selfies todo el santo día.
-Argumento numero dos: ese programa ensuciará tu imagen.
-Para que me ensucien mi imagen debería de tener una, y no tengo.
-Tercer y último argumento: Erika es una superficial que solo va a ese programa a buscar dinero, no el amor. ¿Cómo la vas a defender?
-La verdad se puede decir de muchas formas, o bien obviando algunas cosas o decorándolas un poco. ¿Ya está?
-Te he dado tres argumentos.- Dice Max con una sonrisa victoriosa.
-Un buen argumento es aquel que no puede ser refutado por otro argumento.
-Todavía estamos a tiempo de salir de mi casa e irnos de compras por el centro de Madrid.- Max intenta cambiarme de tema.- Podría renovarte el armario, de verdad, harías un favor a todas las personas con algo de estilo.
-¿Insinúas que no voy bien?
-Bueno…
-¡Llevo tacones!- Protesto mientras vuelvo a mirarme en el espejo. Llevo unos tejanos cortos con una camiseta blanca de un estilo hippy-chic y que al tener poco pecho, la zona de los hombros se cae por ambos lados de forma natural.- Podemos ir esta tarde de compras.
-Soy yo el estilista y soy yo quién decide cuando hacer las compras.
Cuando estaba a punto de contestar a Max, el sonido de un claxon que provenía de la calle, suena con fuerza. Seguro que es el taxi con el que venía a buscarme Erika. Cojo mi bolso y me echo un último vistazo. He dejado mi cabello rubio caer por mi espalda y además del brillo de labios, me he pintado ligeramente la raya del ojo. Iba a un programa de televisión a defender a mi amiga ¿cómo esperaba que fuese Max? ¿Con un vestido de cintura de avispa que no me dejase respirar?
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